MI VISITA AL PRÍNCIPE  DAVID ALEXANDER SSIMBWA  DE BUGANDA Y LA CASA REAL AFROBOLIVIANA.

Por Francisco M. de las Heras y Borrero, Doctor en Derecho y Correspondiente de la Academia de Jurisprudencia y Legislación.
 

Entusiasmado con el estudio de la legitimidad histórica de las monarquías tradicionales africanas, me encuentro realizando una serie de encuentros con algunos de sus reyes y príncipes para conocer de primera mano la realidad actual de estos reinos, sus instituciones y su incardinación en la estructura de los actuales estados republicanos, que no sólo los toleran sino que aceptan su papel de liderazgo social. Los contactos y cambios de impresiones con profesores universitarios también me están resultando  muy provechosos y de gran utilidad.
Los casos más emblemáticos  de la realeza tradicional africana lo constituyen las Repúblicas de Gana y de Uganda, quienes llegan a reconocer a los reinos tradicionales en sus propias Constituciones. Al mismo tiempo, en estos estudios me guía el propósito de conectar la Casa Real Afroboliviana con sus homólogas del continente africano, poniendo en relación ambas monarquías que tienen un origen común.
EL Príncipe Alexander – HijO del Rey Chwa II – Saluda a Francisco Manuel de las Heras.
Hace pocos días,  ya hemos expuesto en este mismo blog la situación del Reino Constitucional de Buganda.  Pero antes de pasar al estudio de los otros reinos del país (Toro, Bunyoro, Ankole y Busoga), quedaría incompleta la presentación de dicho reino si no incluimos en nuestro trabajo un encuentro personal con Su Majestad Mutebi II, el Kabaka , como es popularmente conocido.
Llegar  hasta Kabaka Mutebi no es tarea fácil. El protocolo que rodea los reyes tradicionales africanos es muy estricto y no puede ser ignorado. La sencillez y afabilidad que una vez obtenida la entrevista se dispensa al visitante, no está reñida con el puntual cumplimiento de las normas y etiqueta protocolaria.
Aunque no sea fácil, me he impuesto la tarea de acceder al Rey de Buganda, Su Majestad Mutebi II, a fin de concluir como se debe mi trabajo de campo sobre este reino. O, al menos, intentarlo.
Sabiendo que la memoria histórica de la dinastía la constituye el Príncipe Alexander Ssimbwa, me propuse conseguir una entrevista con él, estimando que este paso me aproximaría al encuentro con Kabaka Mutebi.
Mi aliado, como tantas otras veces en cuestiones relativas al Reino de Buganda, lo fue el Príncipe George Mulondo. Este es hijo del Príncipe David Tembo, ya fallecido, hijo a su vez del Príncipe Alexander. El Príncipe George por su dedicación y disponibilidad para trabajar por la Casa Real es uno de sus nietos preferidos.
La biznieta del Príncipe Alexander saluda de rodillas al Príncipe Mulondo.
El Príncipe Alexander, asesor del Presidente de la República para temas históricos y protocolarios de la Casa Real de Buganda, es  el único hijo vivo del Rey Chwa II, es por tanto hermano del anterior Rey Muteesa II y tío del actual Kabaka.
Kabaka Daudi Chwa II (1897 – 1939) nació en el Palacio Mengo. Su padre, Kabaka Mwanga II, murió exiliado en la Islas Seychelles en 1903.  Daudi Chwa tenía  entonces siete años de edad, aunque ya llevaban los regentes gobernando en su nombre desde 1897, cuando ascendió al trono con tan sólo un año. Mwanga II, tristemente famoso por haber ordenado la matanza de los “Mártires  de Uganda”, primeros nativos del país convertidos al cristianismo, había perdido la corona por sus enfrentamientos con los ingleses.
En los años treinta del pasado siglo XX, Chwa II realizó un largo periplo por Europa, siendo reiteradamente condecorado por los gobiernos de los países que visitaba. Muy amante del “deporte  rey”, llegó a ser el primer presidente de la Federación de Uganda de Fútbol.
De entre los 35 hijos que tuvo Daudi Chwa, le sucedió Muteesa II,  quien, continuando siendo el Rey de Buganda, fue, tras la independencia del país en 1962, el primer Presidente Constitucional de la República hasta 1966. En este año es depuesto por su Primer Ministro, Milton Obote, que abolió todos los reinos tradicionales,  los cuales permanecieron en esta situación hasta que el actual Presidente de Uganda, Museveni, volvió a restaurarlos en 1993.
El más joven de todos los hijos de Chwa II  es el Príncipe Alexander, que en la actualidad cuenta 80 años. Aunque su aspecto es el de un hombre fuerte y deportista (a su edad continúa jugando al tenis), necesita ciertas atenciones médicas. Por ello, la entrevista que nos concedió es doblemente de agradecer.
El Príncipe Alexander obsequió a Francisco M. con algunas fotografías históricas.
Para llegar a su casa, una cómoda residencia a la salida de Kampala, tuvimos que atravesar diversas zonas de la ciudad llenas de colorido y tipismo. En el trayecto pudimos observar los mercados al aire libre de frutas y verduras, siempre rebosantes de un bullicioso público que se afana en comprar los productos  más baratos; las aglomeraciones de tráfico sin orden ni concierto continuamente interceptadas por innumerables moto-taxis, aquí llamados “boda-boda”; las mujeres vestidas con trajes multicolores portando en sus cabezas apetitosas fuentes de frutas… Todo un maravilloso espectáculo para la vista imposible de trasladar al mejor de los cuadros.
Ya en el umbral de la puerta principal de la residencia del Príncipe Alexander, y antes de entrar  propiamente al interior de la casa, me quito los zapatos en señal de respeto, siguiendo las indicaciones del Príncipe George Mulondo. Extraña sensación la que sentí: enchaquetado, con corbata y andando en calcetines.
Francisco Manuel conversando con Muzana María, esposa del Príncipe Alexander.
La primera bienvenida la recibimos por parte de la esposa del Príncipe Alexander, Muzana María, que nos acoge con el mismo calor que a los viejos amigos.  Nos hace pasar a un elegante salón completamente abarrotado de recuerdos históricos, fotografías y pinturas. Enseguida nos ofrece unos refrescos, que nos vinieron como anillo al dedo en aquella tarde calurosa del mes de febrero, como casi todas las de Kampala.
Detalles de los recuerdos históricos del salón.

A los pocos minutos aparece el Príncipe Alexander, alto, corpulento, recto, atento y afable, al que saludo sujetándole su mano entre mis  manos, tal como prescribe el protocolo. Me hace sentar a su lado, mientras comenzamos a charlar de la historia y de la actualidad del Reino de Buganda.
Me mostró recuerdos personales, me presentó a algunos miembros de su familia que iban incorporándose a la reunión: sus hijas, las princesas Evylin Nachwa y Rose Nakamanya,  y algunos nietos.  También entra  en el salón una biznieta de ocho años, que muy atenta  saluda de rodillas al Príncipe George Mulondo y a mí. El Príncipe Alexander le encarga que busque en su despacho unas fotos de la Casa Real, cosa que la niña hace con presteza de inmediato.
Francisco Manuel con las Princesas Evylin Nachwa y Rose Nakamanya.
Una empleada doméstica nos ofrece más refrescos, y, además, ahora también, un delicioso café africano con panecillos. Continuamos hablando. Habían transcurrido más de dos horas, creí llegado el momento de  pasar al segundo motivo de mi visita.
Así, comienzo a hablarle al Príncipe Alexander sobre la Casa Real Afroboliviana, de la que hemos informado en diferentes ocasiones en el blog  que acoge estas líneas. Le explico que, al igual que el Reino de Buganda, la Casa Real Afroboliviana está reconocida por la vigente  Constitución de su país, el Estado Plurinacional de Bolivia. Me escucha con vivo interés, haciendo preguntas puntuales en determinados momentos de la narración. 

Francisco Manuel escucha con atención las explicaciones del Príncipe Alexander.

Ya estaba informado de la concesión por parte del Rey Afroboliviano, D.Julio I, de la Gran Cruz de la Orden del Mérito del Príncipe Uchicho, cuyo diploma acreditativo le anuncio le voy a entregar en ese momento. Noté cómo el viejo príncipe se emocionaba, mientras clavaba fijamente su mirada en la fotografía del Rey Afroboliviano,  que momentos antes le había entregado. Interesado, pregunta ciertos detalles de su vida. También le comuniqué lo importante que es para el Rey Afroboliviano entablar contacto con sus hermanos los reyes tradicionales africanos.  Me aseguró, agradecido, que el diploma ocuparía un lugar de honor en su salón.

El Príncipe Alexander muestra satisfecho los documentos entregados por Francisco Manuel.
 Me dijo, también, que Kabaka Mutebi estaría muy interesado en conocer  esta historia y que aceptaría encantado el Gran Collar de la Orden del Príncipe Uchicho, que yo le había anunciado era deseo del Rey Afroboliviano ofrecer al Kabaka como muestra de aprecio y hermandad. Me prometió que Mutebi II no tardaría mucho tiempo en recibirme.
En ese momento capté la expresión de  satisfecha complicidad del Príncipe George Mulondo como queriendo decirme: “lo logramos”.
Tras una cordialísima despedida con invitación a una próxima cena  por parte de Muzana María,  dimos por concluida nuestra visita.
La entrevista fue muy animada.
Cuando salimos, ya hacía rato que había oscurecido.  La noche invitaba a continuar la velada, cosa que hicimos el Príncipe George Mulondo y yo en la agradable  terraza de uno de los numerosos restaurantes con que cuenta Kampala, envueltos en  canciones de ritmo africano que se oían en el ambiente.