La Cuaresma, el “Año de la fe” y la Misión diocesana “Despertar a la fe”,  son tres realidades que nos hablan de un mismo objetivo para nuestra vida como creyentes y seguidores de Jesús.
La cuaresma es un tiempo especial de gracia que los llama a la conversión, a la vuelta al camino de Dios:
A unos porque tal vez nos hemos equivocado de camino y hemos abandonado el camino de Dios para seguir otros derroteros en nuestra vida sin Él y al margen de Él. En esta situación la cuaresma es una llamada a volver al camino de Dios, a rectificar la dirección de nuestra vida, porque el Señor quiere con su muerte y resurrección salvarnos a todos, también a los que hayan equivocado el camino.
A otros, porque  aunque tratamos de caminar por su camino, y vivir nuestra vida desde la fe y  sin embargo en nosotros aún existen demasiadas influencias mundanas, se entremezclan también el ambiente sin Dios de nuestra sociedad, y su barro se queda tantas veces pegado a nuestros pies, al caminar en medio de ella, y nos dificulta y entorpece vivir nuestra realidad de seguidores y testigos de Jesús en medio del mundo.
La conversión es una realidad que necesitamos todos, porque todos necesitamos  desprendernos de todo aquello que nos separa de Dios o de los demás y llenar nuestra vida con lo que nos viene de Él y nos pide su seguimiento. Por eso necesitamos en este tiempo de cuaresma revisar nuestra vida cristiana, la valoración de Dios en nosotros y el estilo de vida que seguimos, la frescura y vitalidad de nuestra fe, para poder prepararnos al gran acontecimiento de la Muerte y resurrección del Señor y participar de sus frutos plenamente.
El “Año de la Fe” nos urge a una renovación de nuestra fe de tal manera que seamos verdaderos discípulos del Señor – personas que siguen a Jesús y su mensaje encarnando en nuestra vida los valores de su persona y de su mensaje – y auténticos testigos de su vida y su mensaje en medio del mundo, para que los demás se sientan interpelados por nuestra vida y nuestra forma de vivirla, crean también en el Señor y se salven, porque “creer en Jesucristo es, por tanto, el camino para poder llegar de modo definitivo a la salvación”(PF. nº3).
“En esta perspectiva, el Año de la fe, es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. Dios en el misterio de la muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres  a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados (cf Hch 5, 31) Para el Apóstol Pablo, este Amor lleva al hombre a una nueva vida” (PF. nº 6).
El año de la fe nos propone a los cristianos una “renovación de nuestra fe”, renovación que no es posible lograrla sin una auténtica conversión, no solo de cómo estamos viviendo nuestra fe a título y nivel personal y privado, sino también cómo estamos siendo testigos de ella en medio del mundo, para que la salvación de Cristo llegue a todos los hombres, porque por todos murió y resucitó.
La Misión diocesana “despertar a la fe” pretende estos dos mismos objetivos: La revisión de nuestra fe personal como seguidores y testigos de Jesucristo, que nos lleve a una vivencia más auténtica como seguidores y testigos suyos en medio de nuestro mundo, pero también para que desde el modelo de nuestra vivencia cristiana, seamos interpelación e interrogante para aquellos que no creen porque nunca creyeron, aquellos que creyeron pero han dejado de creer, y aquellos que son indiferentes a todos cuanto se refiere a Dios y la fe.
Cuaresma, Año de la Fe y Misión diocesana, son tres realidades que quieren lograr un mismo objetivo: Renovar nuestra vida de fe, desde una conversión autentica de la misma desde el estilo de vida de Jesús, de tal manera que seamos verdaderos y auténticos seguidores del Señor y que siendo seguidores de su persona, su mensaje y su vida, seamos también apóstoles, testigos y pregoneros del mensaje salvador de Cristo, llevemos, como decía el Beato Juan Pablo II, “ el mensaje salvador de Cristo al corazón del mundo”.
Siempre la cuaresma es una llamada importante y un tiempo especial de gracia en orden a lograr  una verdadera conversión del corazón, pero este año, esta cuaresma de 2013 está cargada aún de mayor contenido y de un mayor apoyo desde el Año de la fe y desde la Misión diocesana.
Aprovechemos este “tiempo de gracia” de la cuaresma, para vivir también el espíritu del “Año de la fe”, renovando desde la conversión nuestra vida de seguidores y testigos de Jesucristo, y el espíritu que se respira en toda la “Misión diocesana”, planteándonos en serio nuestra responsabilidad en la evangelización de nuestro mundo, de nuestra sociedad, de nuestras familias y de nosotros mismos.
Ojala que este triple acontecimiento vivido por los creyentes desde la fe, nos prepare a nosotros y motive a los que nos creen o creen a medias o han perdido su fe, a vivir todos la alegría de la Resurrección de cristo, que murió y resucito para vencer definitivamente la muerte y el pecado y que nosotros participáramos de su salvación
.
+Gerardo Melgar Viciosa.
Obispo de Osma- Soria 
Capellán Mayor de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria.