POR EL DR. D. JOSÉ MARÍA DE MONTELLS Y GALÁN, HERALDO MAYOR DE ESTA CASA TRONCAL.
Mi qdo. Amigo: 
Tiene toda la razón el Sr. Sampedro Escolar en su rectificación a mi artículo sobre los Honores y Distinciones del Emperador Haile Selassie con relación a la fecha de concesión del collar de Carlos III. Fue en 1971 y no en 1954, como equivocadamente se consignó en mi artículo, fecha, sin duda, sacada de una página web y que me había pasado un amigo con otros muchos papeles y que yo, culpable del error, no repasé. Lo siento. Gracias a dicho docto académico, queda subsanado. Como quiera que el Sr. Sampedro  hace referencia al Santo Grial (el Santo Cáliz de Valencia) te envío  un artículo mío, ya publicado, un tanto literario, sobre el asunto, que puede arrojar alguna luz.  
REZA EL EMPERADOR.
Aparentemente, es un hombre frágil, quizá débil. Nada delata su determinación, ese fuego interior que le devora desde la mocedad y se asoma a sus ojos. Destella su mirada con una luz sombría. Con la lentitud que dan los años, se arrodilla ante el Cáliz de la Última Cena. Está cumpliendo un sueño: postrarse ante el vaso sagrado y elevar sus preces al Altísimo. Reza el Emperador y una gélida brisa estremece los encendidos cirios.
Así debió ser o así me lo he imaginado. Mi amigo, Alfredo Escudero me dio las primeras noticias de que el León de Judá, el señor Emperador de Etiopía, la legendaria Tierra del Preste Juan, se había acercado a Valencia, con ocasión de su visita a España, por rendirle homenaje al Santo Cáliz, al Santo Grial de la leyenda artúrica. Fue en 1971. Franco le recibió como a un amigo. Hay fotos que lo atestiguan. 
Haile Selassie.
Tuve yo, desde entonces, gran curiosidad por saber el porqué de esta visita imperial. Toda la majestad de la Casa de Salomón, sangres altas y remotas, postrada en la Catedral de Santa María. Para un fervoroso creyente como Haile Selassie I, el encuentro con la reliquia debió ser muy emocionante. Se me ocurre a mí que un hombre tan religioso como él, cristiano copto que equivale a decir tanto como cristiano viejo, sentiría una honda pulsación en el estómago y una profunda calma.
Sabido es que el Arca de la Alianza está íntimamente ligada a la Dinastía salomónica, ya que fue Menelik I, el hijo de Salomón y la Reina de Saba, quien la llevó consigo a Etiopía.
Para estos eruditos, el Grial sería, por tanto, una actualización medieval occidental de la leyenda del Arca, mucho más antigua. Aunque lo cierto es que el Arca de la Alianza, se custodia en Aksum, en el antiguo reino de Saba, en la cripta de la Iglesia de Nuestra Señora de Sión y es cuidada por un sacerdote de la tribu de Leví, la única persona a quien se le permite ver el cofre sagrado donde se guardaron las Tablas de la Ley, ya que su visión le está vedada a todos, desde los más humildes hasta  los Patriarcas y los Emperadores. Y no por capricho.
En 1948, el francés Maurice Denis-Papin la describió en una de sus obras como una especie de cofre eléctrico capaz de producir descargas, del orden de los 500 a 700 voltios. Fue Robert Charroux quien, en el libro Cien mil años de historia desconocida (1963), la definió como algo parecido a un condensador eléctrico. 
Armas Imperiales con el Collar de Carlos III.
 El Arca perdida y hallada en Aksum, sería una representación del Trono Celeste de Cristo en la Tierra, que quedaría escondida justo bajo el lugar donde su Hijo sería inmolado. El Arca, testimonio del pacto entre Yahvé y su pueblo, es el único objeto sagrado que las escrituras describen prolijamente y sin la menor sombra de duda, como dotado de energía sobrenatural. Todos los demás elementos litúrgicos, hasta los excepcionalmente sagrados como el candelabro de siete brazos, son considerados como meras piezas del mobiliario ritual. Entre ellos, el cofre sagrado destaca como algo excepcional y único, desde el mismo momento de su construcción. Así, el capítulo 25 del Éxodo contiene las instrucciones concretas para construir y manipular un misterioso receptáculo basado en un plano divino que el mismo Yahvé transmitió a Moisés, un plano que contenía las dimensiones precisas de la sagrada reliquia, los materiales en que debía ser construida y en el que hasta su propio peso parecía estar espiritualmente controlado. Inmediatamente después de su construcción, el Arca comenzó a manifestar un enorme poder destructivo. El Arca desprendía una luminiscencia en forma de chispazos, fogonazos o lenguas de fuego. Era una fuente paranormal de luz, una radiación cegadora repetidamente expresada en el Éxodo, atribuida a una ardiente energía celestial causante de lepra o tumores, que mataba accidentalmente a quienes la tocaban o abrían y que solo unos pocos predestinados podían controlar. Hasta los exégetas judíos invocan tradiciones en las que el Arca de la Alianza parece capaz de contrarrestar la fuerza de gravedad, ya que no solo podía auto transportarse, sino que incluso levantaba por los aires a sus exclusivos portadores, los caatitas, los hijos de Caat, un clan de la tribu de Leví.
La Biblia cuenta que tras la muerte de Nuestro Salvador se oscurecieron los cielos y tembló la tierra, resquebrajándose los cimientos de la cruz y abriéndose una grieta hasta la cámara del Arca. Cuando el centurión romano Longinos clavó la lanza en el costado de Jesús, sus últimas gotas de sangre fueron a caer sobre el cofre sagrado. De la tierra brotaría la Verdad cuando el Arca de la Alianza y las Tablas de la Ley pudieran ser por fin reveladas a toda la Humanidad.
También los nazis le atribuyeron poderes electromagnéticos. Estos poderes explicarían la misteriosa muerte de uno de los portadores del Arca, relatada en el libro de Samuel, Capítulo VI: mas así que llegaron a la era de Nacón, extendió Oza la mano hacia el arca de Dios y la sostuvo, porque los bueyes cojeaban y la habían hecho inclinar. Y el Señor indignado en gran manera contra Oza, castigóle por su temeridad y quedó allí muerto, junto al Arca de Dios
El Emperador en el Tribunal de las Aguas de Valencia.
Es un hecho constatado que los sacerdotes que la guardan celosamente en la Iglesia de Nuestra Señora de Sión, enferman misteriosamente si se exponen a su influjo y luego, mueren sin remedio. Algo hay en el Arca que se nos escapa. En Lalibela, un monje celiota dejo escrito que en el Arca está contenida la ira de Dios.  En la Etiopía de hoy, el Arca es el objeto central del culto cristiano y cada uno de sus templos contiene un réplica exacta de la reliquia, pero nadie se atreve a mirarla.
Cualquiera que me conozca, sabe de mi querencia por la figura histórica del Negus, del Emperador de Etiopía, Haile Selassie I, Rey de Reyes y Señor de Señores. Un estadista que sacó a su país del feudalismo y lo instaló en la Era Moderna, sin perder un ápice de su propia tradición, aunque no cuente con el beneplácito de Ryszard Kapuściński, periodista polaco muy pagado de sí mismo, que le dedicó una cruel biografía. Para mí que era la viva imagen de un caballero medieval. Los iletrados de toda laya y condición le han denostado hasta la saciedad, comparándole con un tirano, silenciando sin embargo, los horrendos crímenes contra el pueblo etíope, de su sucesor castrista Mengistu Mariam, que le derrocó y mando asesinar. En sentido contrario, los rastas jamaicanos, le glorifican como la segunda reencarnación de Jesucristo, pese a que él rechazase en vida, tamaña estupidez. Al soberano etíope he consagrado varios artículos y algún sesudo estudio sobre las órdenes de caballería discernidas por su augusta voluntad.
Tengo el pálpito que el Rey de Reyes, buen conocedor de la leyenda artúrica, quiso visitar el Santo Cáliz, en desquite porque no podía hacer lo mismo con el Arca de Alianza. Un hombre tan piadoso, tan temeroso de Dios no podía desafiar a sabiendas la ira de Dios.
Que conoció la materia de Bretaña, lo sabemos por uno de sus preceptores, el Obispo católico de Harar, Monseñor Jarosseau, quien le introdujo en los secretos de la lengua francesa y en la veneración de los misterios de la fe, comunes a la Iglesia Católica y a la Copta. El Obispo fue el que primero le hablase de la búsqueda del Santo Grial. Una busca que es paralela a la búsqueda del Arca, ya que ambas son espirituales y tienen como fin último, el encuentro con Dios.
Al parecer, no faltan quienes habrían encontrado conexiones entre una de las primeras obras que hablan del Santo Grial, el Perceval del poeta medieval Wolfram Von Eschenbach, y algunos relieves de la catedral francesa de Chartres, que representan a la reina de Saba. Habría pues, un lejano vínculo entre el reino del Preste Juan y el rey Arturo de la Tabla Redonda, que algo más tarde los navegantes portugueses ayudarían a divulgar.
En la leyenda del rey Arturo es el caballero sir Perceval quien encuentra el vaso sagrado, la copa en que bebió Jesús en la última cena y que poseía milagrosos poderes curativos y regenerativos, en el castillo de Monsalvat, en los Pirineos españoles, vigilado por Amfortas, rey de los caballeros del Santo Grial. Pero un hechicero había herido a Arnfortas con la lanza de la crucifixión y el rey yacía moribundo, rechazando los sacramentos de la Eucaristía debido a que sus pecados no le habían sido perdonados. Sólo cuando Perceval cura la herida, tocándola con la lanza de Longinos, el Santo Grial aparece en el altar. En definitiva, la búsqueda del cáliz sacro opone a los triunfos de la caballería terrestre los afanes trascendentes de la caballería celeste. En la búsqueda del Grial fracasan los paladines mundanos, como Galván o Lanzarote. Sólo los puros de corazón, como Perceval, pueden alcanzar el triunfo espiritual y acercarse a lo divino. 
Dedicatoria de Haile Selassie en el Libro de Oro del Santo Cáliz de Valencia.
De ahí que rechazando la posibilidad de que el cáliz de Valencia, no fuese el verdadero, como algunos le decían, el monarca etíope, puro de corazón, quiso rezar en esa ciudad española, rememorando a Perceval de la Tabla Redonda. Se trata de un reencuentro con las raíces más profundas de la historia de su país. Las que unen al Preste Juan con la isla de Avalón. Según el filósofo tradicionalista italiano Julius Evola, en la leyenda de Oyero de Dinamarca el reino del Preste Juan se identifica con Avalón, es decir con la isla hiperbórea, con la tierra solar, con la isla blanca. También es una peregrinación que constituye su particular encuentro con la divinidad. Con el objeto sagrado sanador.
No anda lejos tampoco de estas creencias, la fundación por el Negus, para su coronación como Emperador, de la Orden de la Santísima Trinidad, misterio del que era devotísimo. Una suerte de nueva caballería celeste en el reino cristiano de Africa, con un obvio significado místico. Dios es trino y uno.
[…] El Padre es totalmente Dios. El Hijo es totalmente Dios. El Espíritu Santo es totalmente Dios. El misterio de Dios en Sí mismo. Es la caballería celeste, que se mueve tan sólo para defender y ensanchar el Reino de Cristo. La conquista del Santo Grial es empresa para la caballería celeste, y sólo puede ser conseguida por un caballero libre de pecado, un nuevo Perceval que forzosamente militará en la orden fundada por el Emperador.
Con todo, yo me quedo con la imagen que figuré al principio, la de un poderoso señor postrado ante el Santo Grial, al que, como a Perceval, se le han llenado los ojos de lágrimas.
Publicado con anterioridad en Lo nunca visto (Guía de lecturas) Los libros del Innombrable. Zaragoza. 2010.