Queremos dedicar la entrada de hoy a dar a conocer, a todos nuestros lectores y amigos, la primera parte de un magnífico artículo del eminente Abogado y Caballero Mozárabe de Toledo D. José Antonio Dávila y García-Miranda.
Por su extensión, y debido al formato blog, hemos repartido el artículo en dos entradas, cuya segunda parte publicaremos mañana.
PRIMERA PARTE.
Introducción.
Toledo fascina al recién llegado que acaba marcado para siempre. Algunos se domicilian en la Ciudad y otros muchos, le dedican su vida y su trabajo. Si comparásemos la historia personal de los Académicos de Número (y no digamos de los “Correspondientes”), de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, nos encontraríamos con que un gran número de ellos no son toledanos ni nacidos en su Provincia, comenzando por su fundador, Don Rafael Ramírez de Arellano y Díaz de Morales.
Real Academia de Bellas Artes y Ciéncias Históricas de Toledo.
(Imagen de la web http://www.realacademiatoledo.es/, incluida por blog Doce Linajes).
¿Es que a los toledanos, podríamos decir “de pura cepa”, les es igual y no estiman ni consideran los méritos y grandes valores de su ciudad?. No; lo que sucede es que su cotidianeidad les impide destacarlos y casi les pasan desapercibidos todos o alguno uno de ellos. Están ahí, los consideran suyos y cuando es preciso, lucharán y se esforzarán por conservarlos y acrecentarlos. Pero esa especie de indiferencia, que pudiera deberse mas en particular a que sientan cierto sonrojo al valorar y promocionar, ante sus conciudadanos, lo que creen y saben obvio y evidente, que pertenecen a todos, lo que no nos sucede a los llegados de afuera, que sin estos prejuicios nos dejamos devorar por Toledo y nos volcamos en las cosas y temas de la Ciudad Imperial.
Raíces y circunstancias.
Y así, viniendo al caso de quien esto escribe, ¿Cómo fue que un zamorano, años después radicado un tiempo significativo en Zaragoza, ya con mas de 39 años cumplidos, acabara dedicando gran parte del resto de su vida, de sus medios y de su trabajo a Toledo y a su mozarabía?. Ciertamente sus raíces maternas, eran toledanas Mi madre, Margarita García-Miranda y Esteban-Infantes, Colegiala del de Doncellas Nobles, nació en Toledo el 18 de julio de 1895, hija de padre asturiano, militar y de madre toledana y de ascendencia y calidad mozárabe, por su línea materna, en la Parroquia de este rito de Santa Eulalia, -luego de San Marcos y ahora llamada de Santa Eulalia y San Marcos-, oriundos del lugar de Mocejón, en esta Provincia. Al haber vivido el autor de estas líneas su niñez y primera adolescencia siempre en Zamora y ser educado por la famita paterna, -ya que su madre falleció siendo muy pequeño el autor-, desconocía de Toledo casi todo y todo en absoluto de esta milenaria Comunidad Histórico-Litúrgica, por derecho de sangre. Por otro lado, su afición a la genealogía le venía de lejos, tal vez al tratar de explicarse los diferentes parentescos y ser tíos abuelos sus referencias próximas, que remontaban su nacimiento a la segunda mitad del siglo XIX e incluso algo antes. Además, una tía abuela materna suya, toledana, Doña Esperanza Esteban-Infantes Martín, entonces ya viuda de un mi tío abuelo paterno, el Coronel de Infantería, Don Rodrigo Peñalosa Merchán, zamorano, pasaba algunos veranos en Zamora, en la “josa”, (como se llaman allí a las fincas de recreo, mansión y jardín, fuera de las antiguas murallas), de su cuñada, también tía abuela paterna del que esto escribe, Doña Benita Peñalosa Merchán, viuda del sociólogo católico y tradicionalista zamorano, Don Luis Chaves Arias, impulsor del cooperativismo y de las Cajas Rurales, la que años atrás se había hecho cargo de su sobrino nieto.
Además, Rodrigo Dávila Peñalosa, mi padre, estudió en la Academia de Infantería, en Toledo, al amparo de su tío Rodrigo y en esta ciudad conoció a mi madre, una sobrina carnal de sus tíos, casándose el 6 de marzo de 1919 (Parroquia de la jurisdicción Castrense) y de este modo mi parentesco con los familiares de Toledo, es doble, por Peñalosa y por Esteban-Infantes.
Armas de la Academia de Infantería de Toledo.
(imagen blog Doce Linajes).
Y en aquellos años, entre antigüedades y obras de arte de la mansión de mi tía y otras particulares, así como en los estudios que yo frecuentaba, de pintores y escultores zamoranos, pues yo había comenzado estudios artísticos, en concreto de escultura, que cultivé varios años, se me fue depurando el gusto y por otro lado, también coleccionaba monedas antiguas, algunas verdaderas y delicadas obras de arte. Frecuentaba por ello, el modesto museo de Bellas Artes de Zamora, situado en la c/ de Santa Clara, en lo que había sido iglesia de las Religiosas Marinas, obra de Ventura Rodríguez, siendo el Convento la sede del Gobierno Civil desde la desamortización. Años después un alcalde franquista, con total impunidad, derribo ese conjunto para hacer apartamentos, sin salvar una columna, ni un angelote del templo, nada que mantuviera el recuerdo de su vandalismo.
Iglesia de San Pedro de la Nave.
(Imagen incluida en el artículo por blog Doce Linajes).
Pues bien, entre los heterogéneos objetos que allí había, se conservaban los vaciados en yeso que se hicieron de los relieves y esculturas de la iglesia Visigótica de San Pedro de la Nave, del s. VII, cuando se la trasladó piedra por piedra para evitar que fuese anegada por el Pantano del Esla, en construcción. Y en uno de esos vaciados se apreciaba un relieve donde campea una Cruz Tricúspide, relieve que fotografiado apareció publicado en una Guía de la Semana Santa Zamorana, de 1943. Pudimos ver el original in situ, hace algunos años, en un viaje colectivo de nuestra Hermandad Mozárabe a Zamora y a esa Iglesia. Curiosamente esa cruz me llamó entonces especialmente la atención, a pesar de que su origen, por la época de construcción del tempo, bien pudiera ser arriano.
Iglesia de San Predro de la Nave: faja decorativa con cruz y discos solares.
(Imagen incluida en el artículo por blog Doce Linajes).
Primera información Mozárabe y primer viaje a Toledo.
Pues bien, un verano, de 1942 o de 1943, tía Esperanza, que estaba en Zamora, en la casa de tía Benita, teniendo yo 15 o 16 años, al responder a mis preguntas, sobre sus recuerdos y ascendientes familiares en Toledo, me explicó que éramos feligreses Mozárabes de Toledo y me contó lo poco que ella sabía, y concretándome que yo tenía derecho a esta tradición, por haber sido mi madre y mi abuela materna, hijas primogénitas, ya que aún no se había extendido este derecho a todos los hijos e hijas, limitándolo, por una interpretación errónea y restrictiva de los fundamento jurídicos, a los hijos varones y a la hija primogénita. Y así quedó la cosa, pero esto no lo olvidé nunca. En diciembre de 1943 y por el fallecimiento de mi tía y tutora, me trasladé, en Enero de 1944, a Zaragoza, a la casa de mi nuevo tutor, mi tío José, hermano de mi padre. Y ya allí, estudiando en su Facultad de Derecho, compré a un compañero de carrera, un lote de monedas para mi colección y entre ellas, un ponderal monetario mozárabe, de bronce, del siglo XIII, del reinado de Alfonso VIII, “el de las Navas”, en el que campea, en su 1ª área, una Cruz tricúspide, igual a la de San Pedro de la Nave, Cruz que hemos dado en llamar “de Alfonso VI”, símbolo hoy mozárabe por excelencia.
La monumental Toledo, entre la niebla, parece una ciudad de cuento.
(Imagen procedente de http://www.toledo-turismo.com/, incluida en el artículo por Blog Doce Linajes).
En Enero de 1949 fui por vez primera a Toledo, regresando de un Albergue de Esquí y curso de Instructores de Formación Política, del Frente de Juventudes, en Riofrío, en el Guadarrama, al que según un escueto diario que entonces yo llevaba, me incorporé desde Zaragoza, el día 27 de diciembre, hasta la mañana del día 5 de enero. Creo que en esa Organización juvenil adquirí el desinteresado espíritu de servicio y sacrificio y afán de proselitismo, que nos inculcaban, que yo volqué mas tarde en mis andanzas toledanas y que mas de una vez me ha permitido cargarme de paciencia. En resumen, por la tarde del día 5 me vine a Toledo, que no conocía, Esa noche, se celebraba una estupenda y muy alegre Cena de Reyes en casa de mis tíos Ángel Conde Alonso y Matilde Peñalosa Esteban-Infantes, a la que me invitaron. Cenamos un montón. Tío Julio Esteban-Infantes Martín, muy aficionado a la cocina, había horneado un magnífico roscón de Reyes, con sorpresas para todos, muy divertidas, Cenas de Reyes que de este modo se repitieron muchos años y a las que asistí casi siempre.  En los días siguientes mi familia toledana, se desvivió por enseñarme la ciudad.
Toledo mágico, desafiando a los sentidos.
(Imagen procedente de http://www.toledo-turismo.com/, incluida en el artículo por Blog Doce Linajes).
El día 6, me llevó tía Esperanza a oír misa en la Catedral y pude luego visitarla y por la tarde, con tío Ángel Conde, tía Matilde y su hija Carmen, entonces una niña, hicimos un recorrido por Toledo y entramos en casa y estudio del gran maestro de la Forja y académico, Don Julio Pascual Martín, que años mas tarde, considerado como el Decano de la Comunidad, sería el Primer Hermano Mayor de la Hermandad Mozárabe, al restaurarse esta en junio de 1966, estableciéndose así la continuidad entre una y otra etapa. El domingo día 6, oí Misa Mozárabe en la Capilla de la Catedral y conocí al que era entonces uno de los Párrocos Mozárabes en Toledo, Don Amado Sáez de Ibarra, al que visité por la tarde en su Casa Parroquial y pude ver los Libros Parroquiales Mozárabes y en ellos, la partida de bautismo de mi abuela materna, Elvira y algunos otros asientos sacramentales de la familia. Durante algún tiempo mantuve correspondencia con Don Amado, primero a Toledo y luego a Sevilla, a donde pasó de Canónigo de la Catedral.
Ya en Madrid. Inicio estudios de Genealogía.
Me vine a vivir a Madrid, desde Zaragoza, en 1959, casándome en la Capital de España, al año siguiente, con Mari Carmen Buitrón de Vega, también zamorana y me colegié en ese mismo año de 1960 en el Ilustre Colegio de Abogados de la Capital. Tuvimos cuatro hijos, el último, José Antonio, nació en marzo de 1966. Estaba yo entonces vinculado, como colaborador, a la revista Hidalguía y era miembro de la Asociación de Hidalgos a Fuero de España, de lo que luego me aparté, como se sabe, desde mediado el año 1968, ante los injustos y desconsiderados ataques a nuestra Comunidad, de su promotor Don Vicente de Cadenas y Vicént. Antes de esto, al cursar desde 1962, los tres años de la Diplomatura de Genealogía, Heráldica y Derecho Nobiliario, por el Instituto “Luis de Salazar y Castro” del C.S.I.C. y tener, al terminar estos estudios, que presentar en junio de 1965, una Tesina, fue de pura lógica que con esos antecedentes me decidiera por la historia y tradición Mozárabe de Toledo, de lo que sólo tenía la somera explicación que años antes me había dado tía Esperanza Esteban Infantes, Vdª de Peñalosa y una osada ignorancia sobre las fuentes y documentación que debería estudiar. 

Cruz de la Hermandad de Caballeros y Damas Mozárabes de Ntra. Señora de la Esperanza, de la Imperial Ciudad de Toledo.
(Imagen incluida en el artículo por Blog de Doce Linajes).

Mi primera decisión fue escribir el 17 de febrero de ese año a mi tía Esperanza que me contestó a los pocos días, me repitió lo que yo ya sabía, pero entregó mi carta al entonces Párroco Mozárabe de San Marcos, Don Jaime Colomina, del que me decía mi tía es un curita muy joven y que se está ocupando mucho de estas cosas. Efectivamente, antes de que terminase el mes, me escribió Don Jaime, y me aclaró a la existencia de otra parroquia Mozárabe, la de Santas Justa y Rufina, y me dio la buena noticia de que se habían salvado en la Guerra los archivos de estas Parroquias y que podría verlos cuando me pareciera oportuno. Entre tanto yo había escrito al que se le consideraba el Decano de la Ilustre Comunidad Mozárabe, Don Julio Pascual Martín, al que yo recordaba de mi primer viaje a Toledo. El me contestó enseguida y me envió una nota mecanografiada de la situación legal existente entonces, para la conservación y transmisión de la calidad y parroquialidad personal mozárabe, por ius sánguinis y me añadió que podía pedir el folleto LOS MOZÁRABES DE TOLEDO, publicado no hacia mucho, a Don Jaime Colomina, al que escribí, solicitándole además algunos otros datos, y le explicaba que para mi curso de Diplomado en Nobiliaria en el “Salazar y Castro”, preciso preparar un pequeño trabajo para junio y había pensado hacerlo sobre la jurisdicción mozárabe. Le pedí también algunas Partidas sacramentales de mi familia, que me envió. Eran entonces los dos Párrocos Mozárabes los MMII. Srs. Don Jaime Colomina Torner (Parroquia de San Marcos, hoy Parroquia de Santa Eulalia y San Marcos) y Don Balbino Gómez-Chacón y Díaz-Alejo (Parroquia de Santas Justa y Rufina), Me comunique con ambos y me informaron de lo que ellos sabían, lo mismo que Don Amado Sáez de Ibarra, al que también escribí. Se ha de tener en cuanta que en 1936 fueron martirizados, por odio a la fe, los Párrocos Mozárabes, Capellanes de la capilla de este rito de la Catedral, además de otros muchos sacerdotes y seglares católicos de la Archidiócesis, con lo que se había perdido la tradición oral y los usos y costumbres vigentes hasta entonces, en la Capilla y en las Parroquias.  Me envió también Don Jaime el referido folleto, de pequeño formato, que habían preparado en octubre de 1955, los entonces Párrocos Mozárabes, Don Anastasio Granados, Párroco de San Marcos (años después Obispo Auxiliar de Toledo y luego, Obispo de Palencia) y Don José María Mansilla, párroco de Santas Justa y Rufina No obtuve de esta correspondencia mucha mas información, si bien recogí algunos recortes de prensa con escuetas pero valiosas noticias sobre nuestra Comunidad, siendo de destacar el publicado en marzo de 1960 en la revista de turismo, Piel de España, nº 37, pags. 37 y 38, por Luis de Morenés, Marqués de Basecourt, bajo el título TOLEDO Y SUS MOZÁRABES, y posteriormente, por el mismo, en el nº 24, de Correspondencia Diplomática, en mayo de 1964, bajo el título EL CAMINO DE SANTIAGO Y LOS MOZÁRABES. Fue importante que por indicación de Doña Fernanda Borja y Aramburu, Vdª de José Esteban-Infantes, tio Pepe, y de su hijo Manolo, me pusiera en comunicación con al M.I.Sr. Don Francisco Rivera Recio, Canónigo Archivero de la Catedral y la máxima autoridad sobre la Historia de la Iglesia Toledana, al que escribí el 25 de marzo de ese año de 1965. El me contestó a los pocos días, el 31 de ese mes y me encaminó a la clásica y conocida obra de González Palencia, “Los Mozárabes de Toledo, en los siglos XII y XIII”, de la que no tenía la menor noticia, como tampoco la tenía de las conocidas y clásicas obras de Simonet, de Isidoro de Las Cagígas y ni tan siquiera de la Historia de Toledo de Martín Gamero, lo que resalta significativamente mi irresponsable atrevimiento de entonces. Comencé a viajar con frecuencia a Toledo y con mas frecuencia me cartee con los Párrocos, con Don Balbino desde el mes de agosto siguiente, aunque siempre le pedí a Don Jaime que le informara de todo lo tratado y proyectado, como efectivamente hizo. Recuerdo que en el Palacio Arzobispal, avanzado el año 1965, un ilustre sacerdote, Don Antonio Sainz Pardo, mas tarde canónigo de la Catedral y entusiasta Capellán de nuestra Hermandad, me llegó a decir que la pervivencia de esas Parroquias era una antigualla y que poco a poco se iría extinguiéndose su feligresía y desaparecerían. Lo cierto tristemente es que esta era entonces la tónica general en Toledo, considerándose un triunfo el que se lograra en mas de un caso, transferir una familia de la jurisdicción y rito mozárabe a la jurisdicción y rito latino, a pesar del esfuerzo y entusiasmo de ambos Párrocos Mozárabes, que iban reconstruyendo las Matriculas de sus feligreses, siendo la mas numerosa la de San Marcos, con un total, según su MATRÍCULA de 18 de febrero de 1958, de 126 familias, si bien un número significativo de ellas se desconocía el domicilio y otros tantos estaban del todo desvinculados de su Parroquia personal. Así, según uno de los artículos, el aparecido en el diario “El Alcazar”, el 9 de septiembre de 1965, sin firma, bajo el título LOS CRISTIANOS VIEJOS DE TOLEDO. TAMBIEN LOS MOZÁRABES PEREGRINARON A SANTIAGO, solo quedaban 550 mozárabes, al parecer entre ambas Parroquias, que el mismo diario en 18 de diciembre del mismo año de 1965, en artículo del Corresponsal de Pyresa, Fernando Espejo, elevaba a 200 familias y a 600 personas, resaltando que su Decano, es el octogenario Julio Pascual, nuestro gran rejero y artífice. Entre los años de 1950 y 1965, son numerosas las comunicaciones y circulares de una y otra Parroquia remitidas a sus parroquianos, teniendo al día sus Libros Sacramentales, celebrándose bautismos y matrimonios e inscribiéndose muchas defunciones, desde siempre e incluso después de finalizada la Guerra Civil, una vez reestablecido el culto.

Portada del libro «Noticia Históricocronológica de los Privilegios de las Nobles Familias los Mozárabes de la Imperial Ciudad de Toledo » de la autoría de D. Pedro Camino y Velasco.
(Imagen incluida en el artículo por blog Doce Linajes).
Volviendo a la carta de Don Francisco Rivera, pedí la obra recomendada en la Biblioteca Nacional, y en el Volumen Preliminar, Estudio e índices, de la magnífica obra, en varios tomos, de Ángel Gonzáles Palencia, en una nota, la 2ª, de pié de página, de la pag. 118, se hacía referencia a la obra de Don Pedro Camino y Velasco, capellán mozárabe, publicada en Toledo, en 1740, NOTICIA HISTÓRICOCRONOLÓGICA DE (LOS PRIVILEGIOS DE) LAS NOBLES FAMILIAS DE LOS MOZÁRABES DE LA IMPERIAL CIUDAD DE TOLEDO. Y esta publicación , de la que nadie me había hablado en Toledo y de la que años después logré adquirir un ejemplar en una subasta de “Durán”, me dejó deslumbrado. No había grupo humano hispano que tuviera a su favor tantos Privilegios, Cédulas y Cartas Reales y que pudiera documentar su origen hasta el siglo XI, con tan fecunda historia y fondos documentales tan importantes. Resaltaba esa obra que en su día La Congregación de Curas y Beneficiados Mozárabes y desde Cisneros, el Canónigo Capellán Mayor de Mozárabes y los demás capellanes de la fundación cisneriana, se consideraban legitimados procesalmente, como Partes formales decían, para defender los derechos y privilegios de los mozárabes toledanos, que por el pago de sus diezmos, repercutían en sus Parroquias y Capilla. Si bien estos habían quedado sin efecto hacía más de un siglo, al ser abolidos los diezmos parroquiales en 1841; perdiendo, en consecuencia, interés económico, la parroquialidad. Y me pareció un crimen histórico-cultural además de espiritual y religioso, que pudiera concluir y acabar esa milenaria tradición toledana.