Navegando por la red, no hace mucho de ésto, me topé con un estupendo blog de autor (en este caso presupongo autora) anónimo, titulado «MUJERES DE LEYENDA»  http://mujeresdeleyenda.blogspot.com/ .  Entre sus interesantes entradas había una que me llamó poderosamente la atención, era la dedicada a María Mayor Fernández de Cámara y Pita, popularmente conocida como María Pita.
María Pita.
Digo que me llamó la atención al hilo de que pocas fechas antes, un lector de nuestro espacio, me sugirió escribir sobre una Asociación Caballeresca, para mi entonces desconocida, fundada en 1990, y “nacida con el propósito de investigar y dar a conocer la figura de María Pita, su entorno y su época, así como el carácter liberal de la ciudad de La Coruña”. “La Orden de Caballeros de María Pita”.
Pero, pienso que con buen criterio, y antes de abordar las particularidades de dicha “Asociación Caballeresca”, he pensado sería conveniente dedicar la entrada de hoy, a la gesta protagonizada por tan heroica mujer, quedando para mañana y con un mejor conocimiento de su protagonista, nuestro compromiso de abordar la actualidad e idiosincrasia de la mencionada Asociación   de Caballeros coruñeses.
MARÍA PITA.
Blog «MUJERES DE LEYENDA» 
(miércoles 28 de abril de 2010) .
María Mayor Fernández de Cámara y Pita, popularmente conocida como María Pita, es la protagonista indiscutible de la historia coruñesa. Recientes investigaciones aseguran que sus padres fueron Simón Arnao y María Pita «la vieja» y que ambos figuraban como propietarios de una tienda en la Peixería. Por estas mismas investigaciones se conoce también que María también colaboró en el negocio familiar.
Mujer exigente, decidida y rebelde, se casó y enviudó en cuatro ocasiones. Cuentan que no contrajo matrimonio una quinta vez porque así se lo exigió en testamento su último marido. Al enviudar por última vez, el rey Felipe II le concedió una pensión que equivalía al sueldo de un alférez más cinco escudos mensuales y le concedió un permiso de exportación de mulas de España a Portugal.
Corría el año 1589. Los restos de la Armada Invencible, tras el desastre en el Canal, estaban siendo reparados o sustituidos por galeones de nueva construcción en sus puertos base. Conocedores los ingleses del mal estado en que se hallaba la flota española y calculando que se les presentaba una oportunidad irrepetible, convencieron a Isabel I para aprovechar esta ocasión de oro y con inmenso esfuerzo económico para la Inglaterra de la época, la reina empeñó su corona y asoció en la aventura a nobles y comerciantes, prepararon una enorme armada con la finalidad de alcanzar tres propósitos: destruir el grueso de la flota española que estaba en reparación y construcción en la bahía de Santander, conquistar Lisboa para soliviantar los ánimos de los portugueses contra Felipe II y provocar la secesión de Portugal entronizando al pretendiente portugués, el Prior de Crato y finalmente, estableciendo una base permanente en las Islas Azores. De conseguirse el tercer objetivo, se intentaría robar los tesoros de la Flota de Indias en su ruta a Cádiz. Ninguno de los tres objetivos se consiguió.
Esa Contraarmada de 120 barcos y 23.375 hombres entre soldados, marineros y mercenarios era capitaneada por el almirante Francis Drake y por el general John Norris. La flota inglesa zarpó el 13 de abril de 1589. La primera plaza que atacó fue La Coruña, la ciudad desde la que había partido la Gran Armada un año antes hacia Inglaterra, confiando en una fácil captura con el botín consiguiente. En cuanto los ingleses tocaron tierra coruñesa comenzaron a hacer grandes destrozos. Eludieron el fuego de las baterías que protegían a la ciudad y desembarcaron al fondo de la ría, encaminándose desde allí por tierra hacia el recinto amurallado.
Francis Drake.
La ciudad tenía dos partes claramente diferenciadas: una era la Ciudad Vieja, origen de la villa y con una fuerte muralla medieval como defensa; una segunda, conocida como «la pescadería» donde residían los pescadores y las clases más bajas. En esta parte llana, las defensas eran mucho más débiles. Hacia ese punto dirigieron los ingleses sus ataques con el convencimiento de una rápida victoria sobre tierra firme. Una vez violentada la primera muralla, media ciudad quedó sometida al pillaje y al saqueo pues al no poder reparar el muro las incursiones inglesas se cebaron con esos barrios y sus habitantes, que resistían con heroísmo los continuos ataques y vejaciones.
Tras largos días de lucha feroz y fuego intenso la población se refugia y ofrece resistencia tras los muros de la Ciudad Vieja. En la organizada defensa de la Ciudad las mujeres fueron, en principio, las encargadas de entregar agua y comida a todos los defensores a fin de que estos no abandonasen sus puestos ni un instante y puntualmente asistir a los heridos y trasladar a los muertos.
Días más tarde serían ellas las que suministrarían pólvora, cuerda y proyectiles. Los niños y los ancianos con movilidad estaban en permanente ayuda y realizaron trabajos tan relevantes, como acarrear desde las lonjas al interior de la muralla todo el bizcocho que allí se guardaba, destinado como alimento a la despensa de los buques que se hacían a la mar. Y cuando no pudieron acarrear más por ser sorprendidos por el enemigo incendiaron las lonjas con su contenido para no caer en manos de los ingleses.
El 4 de mayo de 1589 las tropas inglesas lograron abrir una brecha y comenzaron el asalto de la Ciudad Vieja, logrando subir a la parte más alta de la muralla y enfrentarse cuerpo a cuerpo con los defensores. Certeros disparos ingleses los barrieron, era el fin; los coruñeses ofrecían el triste momento de sucumbir ante el enemigo. En el encarnizado combate murió el segundo esposo de María Pita, Gregorio Rocamunde. ¡Ya son nuestros! Voceó un alférez inglés, con una bandera en la mano, estaba alcanzando lo más alto de la brecha seguido de sus soldados y con unos pasos más ya sólo tendría que descender para entrar en la Ciudad.
María Pita que se había arrodillado para atender vanamente a un tonelero se incorporó y clavó los ojos en aquella figura imponente que farfullaba cosas ininteligibles. Cogiendo una pica, fuera de sí, subió muy deprisa a la brecha y se abalanzó temerariamente contra el sorprendido alférez sin darle tiempo a reaccionar, hundió entonces la pica en su vientre. En los ojos del gigante, atravesado de parte a parte, se leyó la sorpresa más absoluta. María lo despeñó piedras abajo pero antes aferró el asta de su bandera y la exhibió mirando a sus conciudadanos.
– ¡ Ayudadme a echarlos de aquí ! ¡ Quien tenga honra que me siga ! –gritó.
Y aquel grito inició una leyenda. Las mujeres, en ese momento, se encaramaron en masa a las murallas y a la brecha, produciendo una avalancha que hizo recular la ofensiva. En medio de ensordecedor griterío femenino lanzaron una lluvia de piedras que acabó de aturdir a las compañías inglesas que veían como su bandera se quedaba en manos enemigas. Después de dos largas horas de feroz batalla logran la retirada de los ingleses dejando cientos de muertos y heridos; el desgaste ha sido tan intenso para los sitiadores que ya no volverán a intentarlo y esta hazaña comentada entre los defensores de la muralla hizo que diversos capitanes utilizasen a las más aguerridas en mayores cometidos. Una vez acabada la batalla, María Pita ayudó a recoger los cadáveres y a curar a los heridos. La batalla ya de por sí dura se vio incrementada en los días 16 y 17 por las intentonas incendiarias que los ingleses lanzaron esas noches aprovechando la bajamar y que fueron cruentamente rechazadas.
Los ingleses, contenidos sus buques dentro de la bahía, mantenidos a raya por los cañones del castillo de San Antón e impedidos de saltar a campo abierto por las fuerzas estacionadas en el monte de Arcas, y que controlaban las operaciones inglesas de salida hacia nuevos y más fáciles frentes, no podían maniobrar a su antojo e incluso tenían enormes dificultades de suministros. Su moral de combate decaía en la casi totalidad de los sitiadores y lo que a los generales se les antojó como cosa de coser y cantar ahora con la triste realidad de los combates veían que se les estaba poniendo tan cuesta arriba que les resultaba imposible el creer en una victoria; las cifras de muertos y heridos eran muy elevadas y se ocultaban a la tropa. Finalmente, Francis Drake, humillado y desengañado de su tentativa de conquista y dadas las graves pérdidas, ordenó izar las velas de su galeón el Golden Hind y de los otros navíos para lanzarse sobre su objetivo principal: Lisboa, donde le esperaba otro sonado fracaso .
La Casa Museo de María Pita de La Coruña recuerda la vida de esta heroína que luchó contra una flota inglesa en el siglo XVI liderada por Francis Drake. En la Casa Museo se expone información sobre la heroína y el contexto de su época. La ciudad también tiene otros monumentos en honor a María Pita como es el caso de la plaza que lleva su nombre donde también se levantó un monumento en su honor. La obra, acabada en bronce, fue concebida por Xosé Castiñeiras y en ella se representa a la heroína alzando una lanza con el cuerpo sin vida del alférez inglés que atacó la ciudad en 1589 a sus pies.
Se le puso su nombre al navío que realizó la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna para la vacunación de los territorios de ultramar en 1803. En agosto de 2008, Salvamento Marítimo bautizó al Buque de Salvamento BS-14 como el «María Pita», con su base actual en Galicia. Iberia tiene un Airbus A340 para rutas intercontinentales bautizado con su nombre. La empresa de transporte interurbano Castromil (Monbus) tiene un autobús bautizado «María Pita». Existe en Coruña un hotel de la cadena Meliá cuyo nombre es «María Pita».
Fuentes:
http://www.coruna.es/servlet/Satellite?c=Page&cid=1132645877275&pagename=Portal%2FPage%2FPortal-SubportadaSeccionDescriptivos
http://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Pita
http://hispanismo.org/biografias/7068-maria-pita-una-heroina-gallega-contra-el-pirata-ingles.html
http://www.coruna.es/servlet/Satellite?argIdioma=es&c=Page&cid=1196131744369&pagename=Especiales20%2FPage%2FEspeciales20-PortadaSeccion http://www.ordendecaballerosdemariapita.es/o_c_m_p/Historia_Heroismo.html