Santa Juana de Arco, nació como Jeanne D´arc el 6 de enero de 1412 en Domrémy, un pequeño pueblo situado en el departamento de los Vosgos en la región  francesa de  Lorena.
 El día 06 de enero de 2012, seiscientos años después, un presidente de una república laica  glosó  el valor y las hazañas de la santa en un homenaje digno, paradigmáticamente, de una monarquía católica.
 Nicolas Sarkozy  manifestó abiertamente que  la santa  es «la francesa más conocida, más respetada y más amada en el mundo entero», figura unificadora y símbolo de la resistencia y la identidad nacional.
El Presidente de la República, en su discurso pronunciado en la ciudad de Vaucouleurs después de haber visitado junto a varios de sus ministros la casa natal de Santa Juana en  Domrémy-la-Pucelle, manifestó que Juana de Arco además de ser una santa para la Iglesia Católica, representaba para la República «la encarnación de las más bellas virtudes francesas» y del patriotismo.
El Presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, ante una estatua de Juana de Arco.

Sarkozy continuó diciendo  que  era «una obligación» haber estado en esta fecha en la tierra natal de Juana, para rendirle el solemne homenaje que Francia otorga a aquellos a quienes debe «su libertad y su grandeza». Comparó sus logros a los del general Charles de Gaulle, el miembro de la Resistencia francesa Jean Moulin y el escritor Víctor Hugo, y recalcó su papel «unificador» frente a todo aquel que quiera utilizar su figura «para dividir» , recordando que en el invierno de 1412, cuando nació la  «doncella de Orleans», Francia estaba, «como quizá raramente en su historia, a punto de hundirse y desaparecer para siempre»: estaba «invadida, dividida, abandonada a los saqueadores, y a  bandas armadas». Agregó que la historia de Juana de Arco no es una leyenda, sino «una historia verdadera«, y subrayó cómo en el proceso que la llevó a la hoguera en 1431 «nada le fue evitado», refiriéndose a su tortura y martirio.
Amas otorgadas por Carlos VII de Francia a Juana de Arco.

Carlos VII, rey de Francia, otorga armas a la Doncella, y mediante carta fechada en 1429 en Mehun-sur-Yèvre,  como recompensa a los servicios prestados, concede nobleza a ella, a su padre y a sus hermanos. Por su parte la Iglesia en 1456 rehabilita la memoria y la inocencia  de Juana y la canoniza en 1920.