Por el Dr. Francisco M. de las Heras y Borrero, Presidente de la Diputación de Linajes de esta Casa Troncal.
Recientemente, tuve ocasión de visitar, quedando sorprendido por su belleza y armonía, la majestuosa Ciudad de La Plata, hoy Sucre, Capital Constitucional de la República Plurinacional de Bolivia, ciudad en la cual durante la época hispana se asentaron las magníficas sedes de la Real Audiencia de Charcas, del Arzobispado de la Plata y de la célebre Universidad Mayor, Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca. En la Ciudad de La Plata una gran profusión de palacios, iglesias y conventos competían en la magnificencia y belleza que aún hoy se admira.
Prestigiosas residencias  y algunos suntuosos palacios están hoy transformados en elegantes hoteles.

Desde 1561 se estableció en la culta y elegante Ciudad de La Plata, como el supremo tribunal de apelaciones de toda su inmensa región, la poderosa sede de la Real Audiencia de Charcas.
Habitación de un hotel de la Ciudad de La Plata.
Su jurisdicción, además de todo lo que hoy es Bolivia, llegó a comprender la Ciudad Imperial Incaica del Cuzco, Santiago del Estero, Tacamarca, La Rioja, Tucumán, Salta y Jujuy, así como la Gobernación del Rio de La Plata con Paraguay y Buenos Aires. Sus Oidores Jueces contaban con el privilegio de comunicarse directamente con el Rey, sin consultar siquiera al Presidente del Tribunal o al mismísimo Virrey.
El Palacio Arzobispal es hoy sede de la Prefectura de Sucre.
La Iglesia Católica, bajo la tutela del Real Patronato, en sus afanes evangelizadores, comenzó a organizarse creando varios obispados dependientes directamente del Arzobispado de Sevilla, del que pronto se independizarían mediante la creación de arzobispados en las ciudades más importantes y estratégicas del continente americano. De esta forma surgieron en el Siglo XVI los Arzobispados de Santo Domingo, Méjico, Santa Fe de Bogotá, Lima y el Obispado de La Plata, que fue elevado al rango de Arzobispado en 1609. El Arzobispado de La Plata que contaba con un presupuesto económico aún mayor que el de la Real Audiencia de Charcas, también asentó su sede en la Ciudad de La Plata, hoy Sucre.
El autor ante las puertas de la prestigiosa Universidad de San Francisco Xavier.
Y es en la sede del extenso Arzobispado de La Plata donde se funda en 1624 la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier por Juan Frías y Herrán, Prepósito Provincial de la Compañía de Jesús, obteniendo a su favor “Bula Apostólica del Papa Gregorio XV del mes de agosto de 1621, Privilegio Real de Felipe II, de febrero 2 de 1622, Provisiones de los señores Virreyes y Decreto de la Real Audiencia de Charcas”.
Fachada de la Casa de la Libertad.
Esta universidad se encuentra aún en pleno y prestigioso funcionamiento. La hoy Casa de la Libertad albergó en su día esta insigne Universidad por cuyas aulas pasó una selecta élite intelectual americana.
Gran Mariscal de Ayacucho – Antonio Jose Sucre que dio nombre a la Ciudad de La Plata.
En el Aula Magna de la Universidad de San Francisco Xavier se reunió el Primer Congreso Constituyente que fundó la República de Bolivia. Aquí también juró su cargo de Presidente de la República el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre. Desde 1825 hasta 1898, en que la sede del gobierno fue trasladada desde la Capital Sucre (antigua La Plata) a la ciudad de La Paz, los Congresos Constitucionales sesionaron en la célebre Aula Magna, hoy transformada en el Salón de los Presidentes de Bolivia.
Detalle de la Partida de Bautismo del Gran Mariscal de Ayacucho.
 Recorriendo las numerosas salas de la Casa de la Libertad nos sentimos transportados a un pasado histórico, en el que el aroma español impregnaba todo el devenir diario de estas tierras lejanas de la Real Corte pero ganadas para siempre en su noble y orgulloso mestizaje a la causa de la Hispanidad.
La Biblioteca de la Casa de la Libertad conserva valiosos fondos documentales de la epoca Hispana.
En el Salón de Presidentes, de golpe y porrazo, nos encontramos frente a una vitrina expositora de condecoraciones, etiquetada con la expresa mención de “Condecoraciones que generalmente reciben los Presidentes de la República”. De forma preferencial y ocupando un gran espacio de la vitrina expositora se encontraba el Collar de una antigua Orden de Caballería, causa de profunda polémica, que había sido recibido por un Presidente Constitucional boliviano. De nuevo, nos asaltó la pregunta inquietante de cómo una Orden tan cuestionada por algunos podía llegar a ser aceptada con agrado y orgullo por los máximos representantes de países soberanos.
En un próximo artículo daremos a conocer, acompañado de las correspondientes ilustraciones, de qué orden se trata y qué Presidente obtuvo su Collar.