Hoy hemos querido subir a este blog, un magnífico artículo de la autoria del Presidente de la Diputación de esta Casa Troncal, el Dr. D.Francisco Manuel de las Heras y Borrero, publicado originariamente en el número 25 de la revista «Atavis et Armis», organo de comunicación del Gran Priorato de España de la Orden de San Lázaro, por estar completamente seguros de que interesará a todos nuestros lectores y amigos.
Armas del Dr. D. Francisco Manuel de las Heras y Borrero, Presidente de la Diputación  de esta Casa Troncal.
Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla fue una distinguida personalidad de la República Dominicana que destacó en el ámbito religioso, donde llegó a ostentar las más altas dignidades, incluido el arzobispado de Santo Domingo. Benedicto XV le otorgó el título nobiliario de Conde y Asistente al Solio Pontificio, y el Congreso de Diputados de la República Dominicana lo nombró Presidente de la República en unas circunstancias harto difíciles. Pero lo que ahora nos gustaría destacar es su condición de Caballero Gran Cruz de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén, como vamos a tener ocasión seguidamente de apreciar, circunstancia ésta poco conocida.
El futuro arzobispo nace un 12 de diciembre de 1862 en la Ciudad Primada de América, siendo el cuarto de los diez hijos que el político y sacerdote Carlos Rafael Nouel Pierret tuvo con Clemencia Antonia Bobadilla Desnier D’Olbreuse, hija del también relevante político Tomás Bobadilla y Briones.
Carlos Rafael, cuya familia de origen francés había llegado a Santo Domingo a finales del Siglo XVIII, pronto ingresó en la masonería siguiendo la tradición familiar. Llegó a ostentar el grado 32 con el título de Caballero del Real Secreto. Fue además Venerable Maestro en los años de 1873 y 1874 de la Respetable Logia Fe No. 7 y Secretario General del Gran Oriente Nacional (1).
El padre de Monseñor Nouel, tras desempeñar importantes cargos públicos, entre ellos Ministro de Justicia e Instrucción Pública siendo Presidente Ignacio María González, enviudó en 1876 y pronto abraza la vida religiosa, siendo ordenado presbítero en 1884. Se dio la curiosa circunstancia de que ambos (padre e hijo) coincidieron ejerciendo cargos pastorales en la misma ciudad, el padre como párroco de la Catedral y el hijo como arzobispo.
Tras sus primeros estudios en Santo Domingo, en 1875, con apenas 12 años, viaja a Roma para estudiar en el Pontificio Colegio Pío Latino y la Universidad Gregoriana, donde se preparaban los candidatos al episcopado. Allí estaría hasta 1885, obteniendo el doctorado en Filosofía y las licenciaturas en Teología y Derecho Canónico. A su regreso de Roma, el Arzobispo Fernando A. de Meriño le ordenó sacerdote el 19 de diciembre de 1885.
Además de vicerrector del Seminario (1886-1888, 1890-1891), ejercería como cura de San Juan de la Maguana (1888-1890) y de La Vega (1891-1904), donde también sería en dos oportunidades Presidente del Ayuntamiento (1898-1899, 1902-1903), y Diputado por aquella demarcación en el fracasado Congreso Constituyente de 1903.
A propuesta del Arzobispo Fernando A. de Meriño, el 8 de octubre de 1904 Su Santidad el Papa San Pío X le designó Arzobispo titular de Metymna y Coadjutor de Santo Domingo con derecho a sucesión, recibiendo el 16 de octubre del mismo año la consagración episcopal de manos del Cardenal Rafael Merry del Val.
A la muerte de Monseñor Meriño en agosto de 1906, asume el gobierno de la archidiócesis, responsabilidad a la que acumularía la Presidencia provisional de la República (1912-1913), y el ejercicio del cargo de Delegado Apostólico en Cuba y Puerto Rico (1913-1915).
Monseñor Nouel fue arzobispo de Santo Domingo y Presidente de la Rep. Dominicana.
Estos primeros años del siglo XX fueron muy agitados en República Dominicana, desangrándose la ciudadanía entre los seguidores de los caudillos jimenistas y horacistas. En medio de continuos desórdenes y revueltas, el gobierno de los Estados Unidos, que había logrado en 1907 el derecho de intervenir las aduanas para garantizar el pago de la deuda externa, presionó hasta obtener el 26 de noviembre de 1912 la renuncia del Presidente Alfredo Victoria. Cuatro días después, el 1 de diciembre, el Congreso Nacional eligió a Monseñor Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla como Presidente Provisional con el mandato específico de organizar unas elecciones libres antes de un año. Pese a sus eminentes dotes negociadoras, Monseñor Nouel, viéndose incapaz de poner fin al desorden que reinaba, presenta su renuncia el 13 de abril de 1913, tras cuatro meses y trece días de efímera presidencia. Cansado y dolido por la falta de apoyos, declaraba en su carta de dimisión: “Convengo en que por la Patria debemos sacrificarlo todo, pero ni ella ni nadie puede exigirnos el sacrificio de nuestra dignidad y de nuestra conciencia” (2) .
El país quedaría durante 15 días sin que se ocupase la más alta magistratura de la nación, debido a las fuertes divisiones políticas. Finalmente, fue elegido un independiente, el senador José Bordas Valdez, quien tampoco fue capaz de controlar la situación de crisis que se vivía, propiciando, tras otros efímeros cuatro gobiernos, que en 1916, tal como había vaticinado Monseñor Nouel, se produjera la ocupación militar norteamericana que habría de durar hasta 1924. El 3 de julio de 1916, escasas semanas antes de la ocupación, Monseñor Nouel había hecho pública una declaración oficial en la que justificaba su negativa a aceptar la propuesta efectuada desde el Congreso y el Senado para que asumiera, de nuevo, la presidencia del país (3).
Durante su etapa presidencial, Monseñor Nouel se destacó por su aprecio a España, a quien quiso distinguirla con un simbólico regalo, cargado de honda significación histórica, el cual fue entregado cuando ya había concluido su breve mandato.
Alojado en el exclusivo Hotel Palace de Madrid, el Enviado Especial y Ministro Plenipotenciario del Gobierno Dominicano, Julio M. Cestero, informaba, el 15 de mayo de 1915, al Secretario de Estado de Relaciones Exteriores, que había presentado “por intermedio de la mayordomía de Palacio a S.M. el Rey Don Alfonso XIII la caja de caoba, hecha con madera de la puerta mayor de la Iglesia de San Nicolás, y los azulejos y clavos de la misma procedencia, en cumplimiento de lo dispuesto por S.S. Ilma. Monseñor Adolfo A. Nouel, Arzobispo de la Primada, cuando ejerció interinamente la Presidencia”. La Iglesia de San Nicolás, en aquella época en ruinas, había sido edificada bajo los auspicios del Comendador Ovando, en la Ciudad de Santo Domingo, entre 1504 a 1508.
El regalo de Monseñor Nouel era una “expresión de los vínculos históricos y de los sentimientos que unen a la antigua Española con la Nación Progenitora”, según consta en el oficio que acompañaba al obsequio.
El Rey Alfonso XIII, enseguida, hizo saber a Monseñor Nouel y al Gobierno Dominicano “cuanto aprecia su delicado y artístico regalo, expresión patente de los vínculos históricos y de los afectuosos lazos de sincero sentimiento que unen a las dos naciones” (comunicación de Cestero de 15 de mayo de 1915 al Secretario de Estado de Relaciones Exteriores)(4) .
Tras 25 años de gobierno, Monseñor Nouel renuncia al arzobispado, mediante carta dirigida al Papa Pio XI, e1 19 de marzo de 1931, dimisión que se hizo realmente efectiva sólo en 1935 con el nombramiento de un nuevo arzobispo, Monseñor Ricardo Pittini Piussi (11 de octubre de 1935 – 10 de diciembre de 1961).
A propuesta de Monseñor Nouel, el Vaticano concedió al Gral. Trujillo la Gran Cruz del Santo Sepulcro.
Días antes de presentar su renuncia, el 12 de marzo, había enviado una carta de felicitación al Presidente de la República, Rafael Leónidas Trujillo, en agradecimiento por la ley que dotaba de personalidad jurídica a la Iglesia Católica. En esa misma fecha, remitía una carta al Secretario de Estado, Cardenal Eugenio Pacelli, futuro Papa Pio XII, en la que solicitaba una condecoración (Cruz Pro Ecclesia et Pontífice, o alguna otra )(5) para Trujillo, así como para Mario Fermín Cabral, Presidente del Senado, Miguel Ángel Roca, Presidente de la Cámara de Diputados, Ramón O. Lovatón, Procurador General de la República, y Arturo Pellerano Sarda, Director del Listín Diario. La Santa Sede otorgó a Trujillo la Gran Cruz de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, que le sería impuesta el 16 de agosto de 1931 en la Catedral Primada de América por el propio Monseñor Nouel. El Vaticano, asombrosamente generoso, concedería al Presidente Trujillo pocos años más tarde, 8 de octubre de 1936, una nueva condecoración, la Orden de San Gregorio Magno(6) .
Venera de la Orden Constantiniana, Perteneciente a Monseñor Nouel.
Monseñor Nouel, en su carta dirigida a Pío XI, justificaba su renuncia al arzobispado a causa del dilatado periodo que llevaba al frente de la iglesia dominicana, el peso de los años y su delicado estado de salud. “Tan sólo pido humildemente –decía- que tengáis en cuenta mi reconocido estado de pobreza para que se me conceda una conveniente dotación que asegure mi congrua sustentación durante el corto tiempo de vida que el Señor quiera concederme todavía sobre la tierra”(7) . Y esto lo decía quien había sido Presidente de la República y podía prevalerse de las más apreciadas distinciones.
Gran Cruz de la Cruz Roja Española.
En efecto, a lo largo de su dilatada vida, Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla recibiría numerosas distinciones honoríficas, destacando las de Conde Romano y Asistente al Solio Pontificio, nombramientos efectuados en 1914 por el Papa Benedicto XV. Estaba, además, en posesión, entre otras, de las siguientes condecoraciones: Gran Cruz de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, Gran Cruz de la Orden de San Lázaro de Jerusalén, Comendador de la Orden de Juan Pablo Duarte, Comendador de la Corona de Italia, Oficial de la Legión de Honor, Pastor de la Arcadia de Roma, y Gran Placa de la Cruz Roja Española.
El 16 de enero de 1922, el Cabildo de Santo Domingo le confirió el título de “Hijo Preclaro de la Ciudad de Santo Domingo de Guzmán” y dio el nombre de Arzobispo Nouel a la antigua calle Santo Tomás. Por su parte, el Congreso Nacional, el 29 de abril de 1936, dio el nombre de “Monseñor Nouel” a la villa de Bonao, y el 3 de agosto de 1982 la misma institución creaba la octava provincia nacional con el nombre de “Monseñor Nouel”(8) .
El Arzobispo de Nueva York, el Cardenal Patrick Hayes, lazarista también, fue valedor de Monseñor Nouel.
Pero de todas estas distinciones queremos detenernos y resaltar de una forma especial, como avanzábamos al inicio de este artículo, su pertenencia a la Orden de San Lázaro de Jerusalén, lo que evidencia la importancia y legitimidad que le otorgaba a dicha orden, al recibir gustosamente sus insignias, quien había ostentado la Presidencia de la República de un país soberano y ejercido el gobierno eclesiástico de la Ciudad Primada de América. La Orden de San Lázaro estaba bien viva e implantada en las más cultivadas élites de la sociedad. El ejemplo de Monseñor Nouel no es el único, es uno más de entre las numerosas personalidades que en el primer tercio del siglo XX engrosarían las filas de la Orden del Hospital.
Monseñor Nouel luciendo algunas de sus condecoraciones.
Podemos preguntarnos cómo una orden de “corte” europeo pudo llegar hasta un apartado rincón del Caribe, si no fuera por el prestigio que dimanaba y las importantes personalidades que la integraban.
Nosotros estamos convencidos que el nombramiento de Caballero Gran Cruz de la Orden de San Lázaro de Jerusalén lo obtuvo Monseñor Nouel una vez que Don Francisco de Borbón y de la Torre, Duque de Sevilla, asumiera la dirección de la Orden con el titulo de Lugarteniente General, a partir de 1930(9) . Y para realizar esta afirmación nos basamos en las fotografías de Monseñor Nouel, realizadas antes de 1930, en las que aún no figura ostentando la Cruz Verde del Hospital y sí, en cambio, las condecoraciones otorgadas hasta entonces.
Gracias a nuestro querido amigo el Ingeniero Luís José Prieto Nouel, Presidente de la Academia Dominicana de Genealogía y Heráldica, Vice Canciller del Capítulo de Santo Domingo de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria y descendiente por línea colateral del Arzobispo dominicano, hemos tenido acceso a una documentación privilegiada y a las ilustraciones de todas las condecoraciones de Monseñor Nouel, entre las que figura la Gran Cruz de la Orden de San Lázaro.
En la esquela mortuoria de Monseñor Nouel consta expresamente su condeción de Gran Cruz de la Orden de San Lázaro de Jerusalén.
A mayor abundamiento, en las esquelas mortuorias que se publicaron a la muerte del Arzobispo, figura clara y debidamente reseñada dicha distinción.
Monseñor Nouel, seguramente, fue propuesto para su ingreso en la Orden de San Lázaro por el Cardenal de Nueva York, y Prelado Doméstico de Su Santidad el Papa, Su Eminencia Reverendísima Patrick Joseph Hayes (20 de noviembre de 1867 – 4 de septiembre de 1938), quien pertenecía a la Orden desde 1919, desempeñando en ella un papel muy dinámico. Monseñor Hayes también pertenecía a los Caballeros de Colón, asociación de élite de origen norteamericano, caracterizada por su apoyo económico a la Iglesia Católica. El Arzobispo Nouel había intercambiado correspondencia entre 1924 y 1926 con el Cardenal Hayes, solicitándole en alguna ocasión ayuda para la construcción del proyectado Faro a Colón, que se construiría en la Ciudad Primada de América .
Venera de la Orden de San Lázaro perteneciente a Monseñor Nouel.
Tras una vida entregada al servicio de sus fieles y del pueblo dominicano en general, a la edad de 74 años, en la madrugada del 26 de junio de 1937, entregó su alma a Dios el Dr. Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla, Arzobispo de la Ciudad Primada de América, Presidente de la República Dominicana y Gran Cruz de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén. Sus restos mortales reposan, por expresa disposición suya, en el templo consagrado a Nuestra Señora de Altagracia, a la que tanta devoción profesó durante toda su vida.
(1)Conferencia de Víctor José Arthur Nouel pronunciada la noche del 17 de enero de 2005, en la Academia Dominicana de la Historia, en ocasión de conmemorarse el centenario del fallecimiento del Padre Carlos Rafael Nouel Pierret.
(2)Luís José Américo Prieto Nouel, “Arzobispo Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla y su Familia”. Instituto Dominicano de Genealogía, Volumen IV, Santo Domingo, República Dominicana, 1993, página 409.
(3)José Luís Sáez, S.J., “Documentos Inéditos del Arzobispo Adolfo Alejandro Nouel”, Tomo II. Editorial Archivo General de la Nación, Santo Domingo, D.N., 2008. Páginas 77 y 78.
(4)Francisco M. De las Heras y Borrero, “Diplomacia y Mundo Internacional en la Ciudad Primada de América”, Editora Listín Diario, Santo Domingo, República Dominicana, 2007. Página 46.
(5)La Cruz Pro Ecclesia et Pontífice fue instituida en 1888 por el Papa León XIII, mediante Carta Apostólica “Quod Singulari Dei Concessu” como condecoración de mérito para premiar actos a favor de la Iglesia y de la persona de Su Santidad.
(6)José Luís Sáez, S.J., “Documentos Inéditos del Arzobispo Adolfo Alejandro Nouel”, Tomo II. Editorial Archivo General de la Nación, Santo Domingo, D.N., 2008. Páginas 228 y 229.
(7)José Luís Sáez, S.J., “Documentos Inéditos del Arzobispo Adolfo Alejandro Nouel”, Tomo II. Editorial Archivo General de la Nación, Santo Domingo, D.N., 2008. Página 231.
(8)Luís José Américo Prieto Nouel, “Arzobispo Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla y su Familia”. Instituto Dominicano de Genealogía, Volumen IV, Santo Domingo, República Dominicana, 1993, página 413.
(9)Para profundizar en la historia de la Orden de San Lázaro recomendamos la documentada obra “El Hospital y la Milicia de San Lázaro de Jerusalén, Una Historia Polémica”, de José María de Montells y Galán. Sociedad Heráldica Española, Madrid, 1992.
(10)José Luís Sáez, S.J., “Documentos Inéditos del Arzobispo Adolfo Alejandro Nouel”, Tomo II. Editorial Archivo General de la Nación, Santo Domingo, D.N., 2008. Páginas 177 y 193.