Por Alexis R. Arévalo Vergara .

Blasón de D. Alexis R. Arévalo Vergara, Caballero de esta Casa Troncal.
Armas tomadas del Blasonario de la
Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria.

Introducción.
La cultura inca fue una de las más extraordinarias civilizaciones de la humanidad; llegando a ser el más extenso imperio del continente americano. Machu Picchu, el más famoso complejo arquitectónico inca, es considerado hoy una de las siete maravillas del mundo. Por tanto, hablar de los incas, no es solo hablar del pasado sino también del presente, pues mucho de ese maravilloso misticismo aún perdura en el Perú actual.
En tal sentido, dada la relevancia que tiene esta antigua civilización americana debemos conocer el origen de los incas que solo se logra explicar a través de dos leyendas que cuentan la fundación del Cusco por parte de Manco Cápac, primitivo rey de origen divino, que llegó a ser el patriarca del linaje imperial de los incas.
Machu Picchu.



Las dos leyendas.Existen dos leyendas que explicarían el origen de esta civilización. Las leyendas fueron recogidas de fuentes orales de primera mano, los orejones y otros miembros de la familia imperial fueron los que contaron a los cronistas las historias y hazañas de sus antepasados. Entre los más importantes cronistas se encuentran el español Juan Diez de Betanzos (marido de la ñusta Angelina, hermana del Inca Atahualpa); así como, el Inca Garcilaso de la Vega (hijo de un conquistador español y de la ñusta Isabel Chimpu Ocllo, nieta del Inca Túpac Yupanqui). Tanto Betanzos como Garcilaso vivieron en el Cusco en los primeros años de la conquista española, además de que ambos estaban emparentados con los últimos incas; lo que hace de sus leyendas, tradiciones muy significativas para el estudio de este linaje.
Inca Atahualpa.
La primera leyenda es la de los hermanos Ayar que eran cuatro varones y cuatro mujeres: Ayar Manco y Mama Ocllo; Ayar Cachi y Mama Cora; Ayar Uchu y Mama Rahua; y Ayar Auca y Mama Huaco. Estos hermanos salieron de las profundidades de las cuevas de Pacaritambo en el cerro Tampu Tocco. De allí, luego de una serie de desavenencias y desgracias, quedó solamente Ayar Manco (Manco Cápac) y su mujer Mama Ocllo quienes finalmente llegarían al Cusco.
Ayar Manco (Manco Cápac).
El resto de sus hermanos se convirtieron convenientemente en huacas que los protegieron cual divinidades tutelares. Se piensa que no se tratarían de hermanos sino de pueblos o naciones, cada una distinta a la otra pero unida en esencia; pese a salir de un mismo lugar se fueron apartado la una de la otra quedando solamente la nación de Ayar Manco como la única que llegó a la tierra prometida (Cusco), semilla del imperio venidero. 
La segunda leyenda es la de Manco Cápac y Mama Ocllo, hijos del dios sol, que llegaron provenientes de la espuma del lago Titicaca. Su padre los había enviado con la finalidad de civilizar al pueblo y fundar un gran imperio. Pero antes debían atravesar un largo camino y probar con una varilla de oro la tierra que debía acogerlos a ellos y a sus futuros descendientes. En el momento en que la varilla se hundiera fácilmente sobre la tierra sabrían que su destino se había cumplido finalmente.
La leyenda cuenta que la varilla de oro se hundió en el cerro Huanacauti, muy cerca al Cusco, y desde allí divisaron sus nuevas tierras y su pueblo al que instruyeron con mucho esmero pues así se lo había ordenado su padre el dios sol. Es decir, Manco Cápac y Mama Ocllo no solamente fueron simples reyes sino que fueron padre y madre del pueblo, pues les enseñaron, según la tradición, los oficios y demás quehaceres para que se convirtieran en una gran nación.
Los Comentarios Reales por el Inca Garcilaso de la Vega.Esta última leyenda fue recopilada por el Inca Garcilaso de la Vega en su magna obra Comentarios Reales escrita a principios del siglo XVII. Se sabe que esta tradición fue escuchada cuando era aún un pequeño niño en casa de su madre, mujer de alta posición que recibía en su hogar a los pocos parientes que le quedaban tras la guerra fratricida entre Huáscar y Atahualpa y la subsecuente conquista española. Fue allí en ese cálido hogar, de inmensos muros de piedra y relucientes techos de tejas españolas, que la princesa y su hijo mestizo, el que sería el afamado Inca Garcilaso de la Vega, escucharían, una y otra vez, las leyendas de sus gloriosos antepasados.
Gómez Suárez de Figueroa,
conocido con el sobrenombre de «Inca Garcilaso de la Vega «.
Fue así como, el Inca Garcilaso, preguntó a uno de sus nobles tíos, las historias de ese antiguo imperio, sus orígenes más remotos y quién había sido el patriarca de aquel fabuloso linaje. Sus preguntas hacen recordar los primeros pasos de todo genealogista, que sin saber mucho sobre el tema, pregunta todo lo que puede a sus mayores con la sola intención de no dejar ningún cabo suelto.
Por tanto, creo justo transcribir parte de los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega, pues solo así, leyendo el original, se podrá entender a toda cabalidad el origen de esta gran civilización. Asimismo, se podrá leer la justificación que se da al surgimiento de estos reyes que venían a componer el caótico mundo andino, pues así se los había ordenado su divino padre el dios sol. Manco Cápac es un rey mesiánico y paternalista; su entrada en el Cusco es la de la llegada a la tierra prometida. En tal sentido, guiándonos por esta hermosa leyenda, no resulta un error que los antiguos peruanos consideraran que el Cusco ciertamente era el ombligo del mundo y que desde allí se irradiaba la civilización por toda la tierra.
Escudo de Armas del «Inca Garcilaso» ,
donde podemos observar las armas de los Vargas,
de los Suárez de Figueroa, los Sotomayor, los Mendoza y de los Incas.
El Inca Garcilaso de la Vega a su noble tío:“¿qué memoria tenéis de vuestras antiguallas? ¿Quién fue el primero de nuestros Incas? ¿Cómo se llamó? ¿Qué origen tuvo su linaje? ¿De qué manera empezó a reinar? ¿Con qué gente y armas conquistó este gran imperio? ¿Qué origen tuvieron nuestras hazañas?
El Inca, como que holgándose de haber oído las preguntas, por el gusto que recibía de dar cuenta dellas, se volvió a mí (que ya otras muchas veces le había oído, mas ninguna con la atención que entonces), y me dijo: Sobrino, yo te las diré de muy buena gana; a ti te conviene oírlas y guardarlas en el corazón (es frasi dellos por decir en la memoria). Sabrás que en los siglos antiguos toda esta región de tierra que ves eran unos grandes montes y breñales, y las gentes en aquellos tiempos vivían como fieras y animales brutos, sin religión, ni policía, sin pueblo ni casa, sin cultivar ni sembrar la tierra, sin vestir ni cubrir sus carnes, porque no sabían labrar algodón ni lana para hacer de vestir. Vivían de dos en dos, y de tres en tres, como acertaban a juntarse en las cuevas y resquicios de peñas y cavernas de la tierra; comían como bestias yerbas del campo y raíces de árboles, y la fruta inculta que ellos daban de suyo, y carne humana. Cubrían sus carnes con hojas y cortezas de árboles, y pieles de animales; otros andaban en cueros. En suma, vivían como venados y salvajinas, y aun en las mujeres se habían como los brutos, porque no supieron tenerlas propias y conocidas.
Adviértase, por  que no enfade el repetir tantas veces estas palabras. Nuestro Padre el Sol, que era lenguaje de los incas, y manera de veneración y acatamiento decirlas siempre que nombraban al Sol, porque se preciaban descender de él; y al que no era Inca, no le era lícito tomarlas en la boca, que fuera blasfemia y lo apedrearan.
Viracocha, con los atributos divinos del Sol.
Dijo el Inca: Nuestro Padre el Sol, viendo los hombres tales, como te he dicho, se apiadó, y hubo lástima dellos, y envío del cielo a la tierra un hijo y una hija de los suyos para que los doctrinasen en el conocimiento de Nuestro Padre el Sol, para que lo adorasen y tuviesen por su dios, y para que les diesen preceptos y leyes en que viviesen como hombres en razón y urbanidad; para que habitasen en casas y pueblos poblados, supiesen labrar las tierras, cultivar las plantas y mieses, criar los ganados y gozar dellos y de los frutos de la tierra, con hombres racionales, y no como bestias. Con esta orden y mandato puso nuestro Padre el Sol estos dos hijos suyos en la laguna Titicaca que está a ochenta leguas de aquí, y les dijo que fuesen por do quisiesen, doquiera que parasen a comer o a dormir, procurasen hincar en el suelo una varilla de oro, de media vara en largo y dos dedos en grueso, que les dio para señal y muestras que donde aquella barra se les hundiese, con  sólo un golpe que con ella diesen en tierra, allí quedaría el Sol Nuestro Padre que parasen y hiciesen su asiento y corte. A lo último les dijo: Cuando hayáis reducido esas gentes a nuestro servicio, los mantendréis en razón y justicia, con piedad, clemencia y mansedumbre, haciendo en todo oficio de padre piadoso para con sus hijos tiernos y amados, a imitación y semejanza mía, que a todo el mundo hago bien, que les doy mi luz y claridad para que vean y hagan sus haciendas, y les caliento cuando han frío, y crío sus pastos y sementeras; hago fructificar sus árboles, y multiplico sus ganados; lluevo y sereno a sus tiempos, y tengo cuidado de dar una vuelta cada día al mundo por ver las necesidades que en la tierra se ofrecen, para las proveer y socorrer, como sustentador y bienhechor de las gentes; quiero que vosotros imitéis este ejemplo como hijos míos, enviados a la tierra sólo para la doctrina y beneficio de esos hombres, que viven como bestias. Y desde luego os constituyo y nombro por reyes y señores de todas las gentes que así doctrináredes con vuestras buenas razones, obras y gobierno”.