“(…) Repartiéronse los peones en tres partes. El uno, tercio con lanzas, como los alemanes las traían, que llamaron picas; y el otro tenía nombre de escudados con sus gentes de espadas, y el otro, de ballesteros y espingarderos (…)”
Ordenanzas para Gentes de Guerra de 1497.
La época de los Tercios, las unidades militares más características de la España de los Austrias, abarca un período de 175 años (1531-1706). Siete generaciones de españoles, pero también de valones, flamencos, italianos, borgoñones y alemanes, así como algunas de liejenses, loreneses, irlandeses e ingleses, lucharon casi incesantemente durante aquel período de tiempo en defensa de la monarquía hispánica, encuadrados en tercios y regimientos o guarneciendo las plazas fuertes, ciudadelas y castillos que enarbolaban el pendón de España en cuatro continentes.
Aquellas unidades móviles o fijas (tercios o presidios) cubrieron la etapa más brillante de los anales militares españoles; sin embargo, la Historia no ha sido generosa con ellas y apenas conocemos todavía su número, sus hechos ni a sus hombres. Más aun, nunca se ha intentado la tarea de reconstruirlas y se ignoranlas acciones que individualmente protagonizaron (…)
Juan Luis Sánchez ( http://www.tercios.org/ ) .
Fueron la mejor infantería del mundo y el soporte que hizo que en los dominios españoles no se pusiera el sol. Dominaron los campos de batalla de toda Europa durante los siglos XVI y XVII. De manera oficial vieron la luz como unidades de combate en 1534 bajo el reinado del César Carlos, dejando honda huella como tropas de choque en los múltiples escenarios de conflicto en los que se vieron inmersos, desde Nápoles y Milán, a Flandes o en la frontera francesa. Formados por hombres endurecidos por la batalla y por la época que les toco vivir, pícaros y disciplinados, diestros con la espada y la pica, enormemente audaces y con un gran sentido del honor, fueron la base de los actuales ejércitos modernos, comparados por algunos estudiosos con las mismísimas legiones romanas.
Los antecedentes de estas unidades las podemos encontrar durante el reinado de los Reyes Católicos y a consecuencia de la guerra de Granada, donde se adoptó el modelo de las unidades de piqueros suizos, entremezclados en sus líneas con escudados o espadachines, ballesteros y las primeras armas de fuego (espingardas y escopetas). Gonzalo Fernández de Córdoba en Italia, organizó sus tropas en coronelías, siendo éstas   posteriormente reorganizadas en tres tercios ( Tercio viejo de Sicilia, Tercio Viejo de Lombardía y Tercio viejo de Nápoles) durante la monarquía de Carlos I, auténtico artífice de la creación de estas unidades, que han pasado con letras de oro a la historia militar.
Las primeras victorias españolas en Italia frente a los poderosos ejércitos franceses, tuvieron lugar cuando todavía no se había completado el proceso. Poco después a los tres Tercios anteriores se unió el Tercio Viejo de Cerdeña y el Tercio de Galeras, primera unidad de infantería de marina de la historia.
Los soldados de los tercios eran hombres orgullosos y extremadamente cuidadosos de su honor y su reputación como soldados. Eran tropas agresivas, disciplinadas y dotadas de una gran confianza, pero difíciles de manejar. Su amplio sentido del honor hizo que se modificasen las ordenanzas y los hombres dejasen de ser castigados con una vara ( como se hacía en otros ejércitos), ya que consideraban esa forma de disciplinar indigna e infamante, prefiriendo recibir castigo a espada, por considerarlo más noble, pese a ser más peligroso.
Semejante obsesión por la reputación hacía, que cuando luchaban junto a tropas de otras nacionalidades o aliados, los españoles exigiesen los puestos más importantes, peligrosos o decisivos para el combate ( como así se les empleaba).

Banderas de diferentes Compañías de Infantería Española durante el Alarde de Ommegan (1615).
Eran las tropas que más tarde se amotinaban por falta de pagas, llegando a aguantar años sin cobrar viviendo en condiciones de miseria antes de alzar la más mínima protesta. Incluso, en lugar de hacerlo antes de una batalla importante, como era común para presionar por su pagas, solo lo hacían tras ella, para que no dijeran que no habían cumplido con su deber, sino que eran sus jefes quienes no lo hacían con el suyo al no darles la paga.
Cada tercio se componía de 10 capitanías o compañías, 8 de piqueros y 2 de arcabuceros, de 300 hombres cada una, aunque también se podía dividir el ejército en 12 compañías de 250 hombres cada una.
Cada una de ella, además del Capitán ( obligatoriamente español y de designación real) albergaba varios mandos intermedios: un alférez, encargado de llevar en el combate la bandera de la compañía, un sargento, cuya función era preservar el orden y la disciplina en los soldados y 10 cabos, cada uno al mando de 30 hombres. En la Plana Mayor se encuadraban el furriel, el capellán, médicos, músicos, pajes y barberos.
Duque de Alba.
Años más tarde, en Flandes se adoptó la estructura de división en 12 compañías, 10 de piqueros y 2 de arcabuces, formadas cada una de ellas por 250 soldados. Cada 4 compañías formaba una coronelía, mandadas cada una por un Coronel. El Tercio completo estaba bajo el mando de un Maestre de Campo auxiliado por un Sargento Mayor.
Las unidades presentaban batalla agrupando a los piqueros en el centro de la formación, escoltados por sendas alas de arcabuces, quedando libres en cada ala algunos de ellos, los denominados “mangas”, al único fin de hostigar al enemigo.
Este cuadro de formación cerrada era conocido como “Escuadrón de Picas”, en el que los soldados, armados con picas de 4 metros de longitud, formaban una barrera infranqueable, tras en la que en un primer momento se refugiaban los mosqueteros y arcabuceros, los cuales posteriormente se apostaban en dos alas, en las primeras esquinas del cuadro, dando protección al mismo.
Cuadro de Picas.
Los Tercios eran apoyados por artillería y en algunas ocasiones contaban con pequeñas unidades de caballería para proteger sus flancos o perseguir al enemigo una vez eran derrotados.
Nombres como Gonzalo Fernández de Córdoba ( el Gran Capitán), Don Juan de Austria, Alejandro de Farnesio, Ambrosio de Spinola , el Duque de Alba o el Conde de Tilli, y batallas como la de Ceriñola ( 1503), Orán (1509),Bicoca (1522), Pavia (1525),Mülbherg (1547), San Quintín ( 1547), Gravelinas (1558), Gemmingen (1568),Lepanto (1571),Mock (1574), Maastrich (1579), Amberes (1585),Ostende (1604),Breda(1625) y Nördlingen (1634), han propiciado que los hombres que componían los Tercios de Infantería Española, sin ser ejemplo de una época, si fuesen los mejores soldados de su tiempo. Aquellos hombres atendieron a pica y a espada donde se les requirió sin nunca mostrar disconformidad, sosteniendo a sangre y fuego los territorios de los Austrias.
Alejandro de Farnesio.
Muchos historiadores citan a la batalla de Rocroi (1643) como el ocaso de los Tercios, pero realmente su caída fue paulatina y lenta, no pudiendo , para ser justos, atribuirlo   repentinamente a esa fecha y a un hecho en el que el mismo desenlace de la batalla pudo haber dado la victoria a la Infantería Española.
La mala administración, ya no solo de los asuntos de la guerra, sino de los territorios en general y la despreocupación de muchos monarcas por los temas de estado, fueron las autenticas razones que midieron el ocaso de estas unidades militares  que marcaron un antes y un después en la concepción de éjercito, valor y honor.

Bandera de una Compañía de Infantería Española participante en la Batalla de Rocroi.
Fuentes:
-Juan Luis Sánchez ( http://www.tercios.org/ ) .
-El Gran Capitán, Portal de Historia Militar ( http://www.elgrancapitan.org/ )
-Los Tercios en las campañas del Mediterráneo s.XVI (Eduardo de Mesa) Almena 2002.
-El Ejército y la Armada (Manuel Jiménez González) Almena 2003.
-El Sol de Breda (Arturo Pérez Reverte) Alfaguara 2004.
-La batalla de San Quintín (Eduardo de Mesa) Almena 2004.
-Rocroi 1643 (Mario Díaz Gavier) Almena 2006.