Austria despidió ayer, con unos funerales dignos de un monarca, a Otto de Habsburgo, el último de los Austria que pudo haber llegado a ser Emperador en la vieja Europa.
El Archiduque Otto, como ya adelantamos en nuestra entrada del día 8 actuales, fallece el día 04 de julio a los 99 años de edad en su residencia de Pöcking. Los que escribimos este blog tenemos la total certeza de que con su muerte perdemos al último de los grandes Príncipes de Europa, y a todo un símbolo en la construcción de la unión en este viejo continente.
Feretros del Archiduque Otto y de su esposa Regina.
Pese a que no ha sido un funeral de Estado, el entierro de Otto de Habsburgo ha contado con honores y con una pompa poco común, incluyendo la presencia de parte de la cúpula del gobierno y de formaciones del Ejército austríaco.
Más de mil invitados han presenciado la misa oficiada por el arzobispo de Austria, Christoph Schönborn, en la catedral de San Esteban. Entre los representantes de las diferentes Casas Reales podemos destacar al Rey de Suecia Gustavo y su esposa Silvia; el Gran Duque de Luxemburgo; el Príncipe Hans Adam de Liechtenstein; la Infanta Cristina de España; la Princesa Astrid de Bélgica; el Príncipe Michael, sobrino de la reina Isabel II, y los Reyes Simeón de Bulgaria y Miguel de Rumanía.
Vista general de la  Catedral de  San Esteban
Junto a Christoph Schönborn, que transmitió las condolencias del Papa Benedicto XVI, concelebraron el réquiem obispos de países como República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, o Serbia, que en su día formaron parte del Imperio Austro-Húngaro.
Tras la ceremonia, el ataúd con los restos de Otto de Habsburgo, cubierto con la bandera amarilla y negra y las armas del Imperio, abandonó la catedral y recorrió los casi 3 kilómetros hasta el templo de la Cripta de los Capuchinos, escoltado por una Compañía de Tiradores Tiroleses y otras formaciones militares con uniformes del antiguo Imperio. El cortejo al atravesar la Plaza de los Héroes, entrada al conjunto del Hofburg del antiguo Palacio Imperial, fue saludado por una salva de 21 cañonazos.
Guardia de Honor al cuerpo del Archiduque Otto, primogétito del último Emperador Austrohúngaro.
A su llegada a la Cripta, como es preceptivo, se celebró la tradicional ceremonia en la que un chambelán llama por trece veces a la Puerta. Desde el interior, un monje capuchino pregunta quien llama, al que por dos veces se le contestó con los títulos, cargos y honores, nobiliarios y civiles, del fallecido. Tras negar por dos veces conocerlo, el monje por fin abrió la puerta al anunciar el chambelán que quien llama era un simple mortal y pecador. «Este puede entrar», concede entonces el monje.

Un emotivo momento.
Las ceremonias se han extendido más de una semana, con un total de cuatro réquiems y varias misas celebradas en Pöcking, Múnich y en la localidad de Mariazell antes de llegar a Viena. En este recorrido también se ha trasladado el sarcófago de Regina, la esposa de Otto de Habsburgo, fallecida en febrero del año pasado, cuyos restos se habían conservado hasta la fecha en Baviera.

Traslado del féretro por una Guardia con unifórmes de época.
El corazón de Otto de Habsburgo viaja a Hungría, será guardado en el monasterio benedictino de Panonhalma, enterrado en una ceremonia que se realizará el domingo después de una misa en la basílica de San Esteban en Budapest.