En nuestra entrada correspondiente al 22 de junio actual, publicamos un escrito remitido a esta Casa Troncal por Don José Luis Sampedro Escolar que, bajo el título “CARTA ABIERTA DE JOSE LUIS SAMPEDRO ESCOLAR”, hacía patente su disgusto por determinados artículos publicados en en el número 24 de la Revista “Atavis et Armis” (órgano de comunicación del Gran Priorato de España de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén), en los que se aludía a su persona de forma incorreccta y equívoca.
Hoy publicamos una réplica a la mencionada carta de D. José Luis Sampedro Escolar, de la autoría del Sr. Vizconde de Ayala y Marqués de la Floresta, D. Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, el cual ejerce su derecho a réplica. Antes de la publicación de esta última, el contenido de la misma fue puesto en conocimiento del Sr. Sampedro, el cual lo desmiente en todos sus términos. La redacción de este blog quisiera que con la publicación de este artículo la polémica entre estos verdaderos maestros y eruditos, a los que tanto admiramos y tantas aportaciones han hecho a estas artes, ciencias y tradiciones, se diese por concluida.
Por el Dr.Don Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, Vizconde de Ayala y Marqués de la Floresta.
CON EL RUEGO DE SU PUBLICACIÓN EN EL BLOG DE LOS DOCE LINAJES.
UNA PRIMERA RESPUESTA DEL PROF. DR. MARQUÉS DE LA FLORESTA A LA CARTA ABIERTA DE D. JOSÉ LUIS SAMPEDRO ESCOLAR.
Como en la entrada del Blog de los Doce Linajes del pasado 22 de junio se me nombra expresamente, aun contradiciendo mi voluntad de seguir siempre el consejo latino de que “aquila non captat muscas”, debo y quiero responder a las inexactitudes del Sr. Sampedro Escolar que a mí me atañen.
En mi artículo sobre la cruz laureada de Franco, publicado en el último número de la revista ATAVIS ET ARMIS, y hace más tiempo, en una versión más reducida -quiero decir que no es el mismo artículo, contra lo que afirma el Sr. Sampedro Escolar-, en la revista CUADERNOS DE AYALA, me dediqué a criticar un muy criticable artículo inédito, y por eso nunca cité el nombre de su autor -que ahora el señor Sampedro Escolar nos dice que fue él-. Por tanto, yo no le he imputado a él, en ningún caso, que se haya hecho pasar por Abogado del Estado sin serlo.
Ciertamente, se da la circunstancia de que el Sr. Sampedro Escolar nos dice ahora que, si bien su nombre apareció junto al calificativo de “Abogado del Estado”en una publicación de 2002, se trató de un mero error del maquetista, ya que él no ha usado nunca tal titulación, a pesar de ser entonces, nos dice, “Abogado del Estado sustituto” (¿qué es eso de ser “Abogado del Estado sustituto”?). Está bien, es posible que ocurriese así, pero no veo por qué razón hemos de decir amén a las desconfianzas del prójimo, tantas veces infundadas, que suele prodigar el Sr. Sampedro Escolar, y acto seguido hemos de creernos a pies juntillas cuanto afirma el Sr. Sampedro Escolar. Quiero decir que están muy bien sus afirmaciones de que nunca se ha titulado Abogado del Estado, que en 2002 era Abogado del Estado sustituto, o que no llegó a ver ni corregir las pruebas del libro de 2002 en que aparece como tal, pero que nos lo demuestre, acreditándolo documentalmente, tal y como él exige siempre a las gentes a las que denosta.
Y es que a lo mejor el Sr. Sampedro Escolar no se ha titulado nunca Abogado del Estado, pero a lo peor sí que lo ha hecho: la publicación de marras no era una hojita parroquial, sino un importante texto conmemorativo publicado por el Congreso de los Diputados, y, la verdad, me cuesta mucho creer que el Sr. Sampedro no corrigiese las pruebas y no viese que se le atribuía esa condición de Abogado del Estado que nunca ha tenido. Pero en todo caso, esa sola publicación ya sería suficiente para tacharle legalmente de “Abogado del Estado impostor”: su nombre no figura en los escalafones de los Abogados del Estado, ni ha aparecido como tal en el Boletín Oficial del Estado; y quien quiera acusar al Sr. Sampedro Escolar no tendría por qué haber hecho mayores comprobaciones que esas, ya de por sí bastantes. Tampoco consta que el Sr. Sampedro Escolar protestase formalmente entonces ante el Congreso de los Diputados, o que a posteriori pidiese una rectificación o aclaración. No, no consta en parte alguna, y por ende: quien calló, otorgó.
En todo caso, para aclarar este asunto será imprescindible que el Sr. Sampedro Escolar presente al público su nombramiento de Abogado del Estado sustituto que dice ser, en que conste claramente que la fecha de tal nombramiento es anterior al año 2002; más una certificación del Congreso de los Diputados que acredite que él ni vio ni corrigió las pruebas de dicha publicación de 2002; más otra del mismo organismo parlamentario en que se acrediten las quejas y protestas por haberle atribuido indebidamente tal condición de Abogado del Estado. Y, mientras el señor Sampedro Escolar no lo haga así, todas sus pamemas son “flatus vocis”, pues los hechos, que él mismo y no otra persona se ha encargado de hacer públicos, parecen en sí mismos una acusación directa de su conducta. Así se lo he dicho al propio Sr. Sampedro Escolar hace diez días, y aún estoy esperando su respuesta y los documentos que la justifiquen.
Pero volviendo al principio: que yo sepa, ni yo ni nadie le ha atribuido al Sr. Sampedro Escolar ni en CUADERNOS DE AYALA ni en ATAVIS ET ARMIS la ilegalidad de titularse indebidamente Abogado del Estado. Ahora es cuando él mismo lo ha hecho, públicamente, poniéndose la venda sin haber sido herido por tercero, y además nos exige una rectificación formal de algo que nunca hemos dicho de él. Y yo no veo por qué razón he de rectificar o pedir disculpas por algo que nunca he dicho. Me parece una exigencia bastante peregrina, por no calificarla de otro modo.
Me son desconocidas las razones personales íntimas que han movido ahora al Sr. Sampedro Escolar a hacer público en este blog un desacierto cometido en 2002. Ignoro si detrás de este comunicado de ayer laten las desenfrenadas ansias de figurar en ámbito sociales y académicos en los que es y será un advenedizo, que tantos achacan al Sr. Sampedro Escolar. Pero yo no tengo nada que ver con ello, ni tampoco le he acusado nunca de titularse “Abogado del Estado” sin serlo -eso lo ha hecho él mismo-, por lo que no voy a tomar parte en la bufonada que al parecer quiere que le acompañemos a representar: la posturita de “doncella ofendida”, de víctima inocente de los malvados, que se la represente a otro, porque yo ya lo conozco demasiado bien. Y en cuanto a esas posibles acciones legales que dice estar considerando, yo, después de treinta años de Abogado en ejercicio… pues no sé qué más decirle, aparte de aquello de pleitos tengas y los ganes! Mientras tanto, que Dios le ampare, como desea siempre a sus amigos y a sus enemigos EL VIZCONDE DE AYALA, MARQUÉS DE LA FLORESTA.