Por el Dr. D. José María de Montells y Galán, Heraldo Mayor de esta Casa Troncal.



En mi condición de Heraldo Maestre de Armas de la Casa Real de Georgia tuve el honor de asistir a la solemne ceremonia de investidura como Gran Collar de la Orden del Águila de Georgia y la Túnica Inconsútil de Nuestro Señor Jesucristo del Príncipe Mikhitaryan, un ferviente partidario ucraniano de la causa monárquica georgiana, a quien SAR don David Bagration de Moukhrani, Jefe de esa Casa Real, tan cercana a mis sentimientos, no ha dudado en conceder el título principesco.

 

El Príncipe David y el autor del artículo que ocupa esta entrada.
El acto tuvo lugar el pasado día 12 de Febrero en el Castillo de Viñuelas de Madrid, espléndidamente organizado por el marqués de la Floresta y fueron excepcionales testigos, SAIR don Andrés Salvador de Habsburgo-Lorena, Archiduque de Austria; SAR don Miguel de Braganza, duque de Viseu y SAR el Príncipe Osman Rifat Ibrahim de Egipto, amén de algunos amigos ucranianos, portugueses y españoles. Una cena de gala cerró la festiva celebración, mientras un celo y un violín pusieron primoroso contrapunto musical a todo el evento.
En circunstancia tan emocionante, algunos príncipes presentes otorgaron al nuevo titulado, las más altas distinciones de sus respectivas casas. Es de destacar la concesión al Príncipe Mikhitaryan de la Gran Cruz de la Orden Militar de la Flecha por el Serenísimo Señor don Felipe Folque de Mendoça, Conde de Río Grande, de la Casa Ducal de Loulé, dinasta de Portugal.



El Conde de Río Grande hace entrega de la Cruz de la Orden Militar de la Flecha al homenajeado.



Es la segunda vez en muy poco tiempo que se reúnen varios príncipes de distintas casas reales no reinantes en oportunidad semejante y tal circunstancia se me antoja que no es ociosa ni banal. Señala, a mi modesto entender, la voluntad desde los resortes más activos de la monarquía misma, de la recuperación del ideal monárquico.
En un mundo convulso, de grandes transformaciones y manipulaciones históricas, la monarquía representa una vuelta a los orígenes y una apuesta por el futuro. En Viñuelas no observé ni una brizna de nostalgia. Hubo, eso sí, antiguas cortesías, una cierta complacencia por las formas, pero nadie se refirió al pasado.
El Príncipe David Bagration, Jefe de la Casa Real de Georgia.
En muchas de las conversaciones estuvo presente la situación en Egipto y la necesidad de su pueblo de contar con un poder moderador. No se debe olvidar que Mubarak, el Presidente depuesto, es hijo de una Revolución que instaló un régimen de corte nacionalista y turbulento que ha devenido en una dictadura. Fue la Revolución del general Naguib, quien cercenó las posibilidades de evolución de una monarquía nacional que había sido el motor de la Independencia del Imperio otomano.
Precisamente, la presencia en el acto de un príncipe de la sangre imperial otomana que es al mismo tiempo dinasta egipcio, SAR el príncipe Osman Rifat Ibrahim, Lugarteniente de SM el Rey Fouad, centró el interés en una restauración de la monarquía en aquél país, como una opción política y religiosa, sin veleidades radicales ni revolucionarias. La progresiva extensión del régimen democrático ha permitido una significativa evolución de la monarquía que ha visto modificar su papel político y el contenido de sus funciones.
Collar de la Orden.
Hoy, en los países donde se mantiene, es frecuente entender que este modelo de monarquía compatible con la participación popular puede dar una respuesta adecuada a la conveniencia de poseer un órgano de carácter representativo y simbólico que personifique el Estado y no solo eso, si no que la Corona se convierte así, en un moderno instrumento con el que se dotan los pueblos para garantizar su permanencia en la Historia. Su papel de árbitro entre las facciones políticas tampoco es nada despreciable.
Tampoco se puede ocultar que esa noche Georgia estuvo en la mente de todos. No solo por quienes presidían el simbólico acto, el Príncipe David junto a su bella esposa, la Princesa Ana, si no porque, después de la ilusión colectiva que supuso la llamada revolución de las rosas, es hoy una nación profundamente herida y decepcionada.
El Príncipe David Bagration se dirige a los asistentes durante la cena de gala.
Georgia es un antiguo país que debe su supervivencia a la existencia de una dinastía nacional (los Bagrátidas), que ha sido capaz, a lo largo de la historia, de personificar el sentimiento de independencia de todo un pueblo. De no haber existido esta raza de reyes, Georgia sería hoy una provincia rusa. Para nadie es un secreto que son legión los georgianos que desean la restauración de su secular monarquía en la persona de SAR David de Bagration. Sería lo justo.
Por eso, tengo para mí que la investidura del 12 de Febrero es otro hito en un camino arduo y difícil, pero irreversible, que han emprendido los más lúcidos representantes de una tradición que permanece viva en el sentimiento de los pueblos. Así sea.