Curiosidades históricas de los vínculos de amistad entre dos estados soberanos.
Por el Dr. Francisco M. de las Heras y Borrero, Presidente de esta Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria.

La República Dominicana siempre ha sido objeto de una atención preferente por parte de España y su Familia Real, corroborada, pese a los avatares de la historia, por los estrechos vínculos que siempre han existido entre el pueblo dominicano y el pueblo español.
Hoy vamos a presentar una serie de documentos, obrantes en el dominicano Archivo General de la Nación, en los que se pone de manifiesto esta relación tan especial entre la Monarquía Española y la República Dominicana. No se trata de comunicar sobre temas políticos, sino sobre la vida privada de los Reyes de España, quienes estaban atentos a informar personalmente a los Presidentes dominicanos sobre todo acontecimiento, alegre o triste, que acaeciese en la Familia Real.
S.M. el Rey de España D. Alfoso XII.
El 20 de septiembre de 1880, tan sólo quince años después de la segunda segregación de la República Dominicana de España, Alfonso XII comunicaba a su “Grande y Buen Amigo”, el Presidente Monseñor Fernando Arturo Meriño, futuro Arzobispo de Santo Domingo, que su “muy amada Esposa, la Reina María Cristina, dio felizmente a luz en Madrid el día 11 del corriente una infanta, a quien se le pusieron los nombres de María de las Mercedes Isabel Teresa Cristina Alfonsa Jacinta que como hija primogénita lleva el título de Infanta Heredera”.
Como puede apreciarse, a la recién nacida, pese a ser primogénita y declararla heredera no se le otorga, todavía, el título de Princesa de Asturias, dado que no había sido jurada por las Cortes. Concluye Alfonso XII su comunicación al Presidente dominicano en tono afectivo: “Las repetidas pruebas que me habéis dado del afecto que me profesáis y el vivo interés que os inspira cuanto puede contribuir a la felicidad de mi Real Familia no me dejan dudas de que recibiréis con particular satisfacción este para mí tan fausto suceso”. Es de resaltar que estas calurosas palabras eran dirigidas a quien, consumada la Anexión a España de la República Dominicana, el 18 de marzo de 1861, mantuvo una actitud valiente desde el púlpito contra este hecho, actitud que le llevaría al exilio a través de diversos países.



Monseñor Fernando Arturo Meriño.



El 29 de abril de 1904, desde la andaluza ciudad de Málaga, Alfonso XIII comunica a Carlos F. Morales Languasco, “Presidente de la República de Santo Domingo” (error del calígrafo redactor de la nota que se repite en todas las comunicaciones de ese año 1904) la triste noticia del “fallecimiento de Nuestra muy amada Abuela, Su Majestad la Reina Doña Isabel II (q.e.p.d.) acaecido en París el día 9 del actual en su Palacio de Castilla”. Isabel II fue quien acogió la adhesión de la República Dominicana a España, propiciada por la carta que el General Santana, Marqués de Las Carreras, Presidente Constitucional del país, le dirigiera el 27 de abril de 1859, en la que abogaba por “una más perfecta unión con la que fue nuestra madre”.



S.M. El Rey de España D. Alfosnos XIII.
De igual forma, el mismo Rey comunica desde el Palacio Real, el 26 de octubre de 1904, el fallecimiento de la Princesa Asturias, María de las Mercedes, sucedido el 17 de dicho mes y año tras dar a luz el día anterior a la infanta Isabel Alfonsa. Este nacimiento también le fue comunicado al Presidente dominicano mediante escrito fechado el 31 de octubre de 1904, desde el Palacio Real. Siempre en tono íntimo, el monarca español concluía su triste comunicado de la siguiente forma: “Conozco demasiado los sentimientos de amistad que nos habéis demostrado en todas las ocasiones para no estar persuadido del interés con que recibiréis la noticia de este acontecimiento”.
D. Carlos F. Morales Languasco.
También los monarcas españoles estaban atentos a los principales eventos del país. Desde su lugar de veraneo en San Sebastián, Alfonso XIII felicitaba afectuosamente el 28 de agosto de 1904 a Carlos F. Morales Languasco, que había sido llamado a “ocupar la primera Magistratura de la República Dominicana por el voto popular libremente expresado por vuestros conciudadanos”.
La República Dominicana, por su parte, también ha dado siempre pruebas de afecto y aprecio a España. Una muestra: el regalo de Monseñor Adolfo Alejandro Nouel Bobadilla, Arzobispo de Santo Domingo y Presidente de la República Dominicana del 1 de diciembre de 1912 al 13 de abril de 1913, a S.M. el Rey Don Alfonso XIII. El Arzobispo Nouel había sido distinguido por el Papa Benedicto XVI con el nombramiento de Asistente al Solio Pontificio y el título nobiliario de conde de Nouel.
Monseñor D. Adolfo Alejandro Nouel Bobadilla.
Alojado en el aristocrático y exclusivo Hotel Palace de Madrid, el Enviado Especial y Ministro Plenipotenciario del Gobierno Dominicano, Julio M. Cestero, informaba, el 15 de mayo de 1915, al Secretario de Estado de Relaciones Exteriores dominicano, que había presentado “por intermedio de la mayordomía de Palacio a S.M. el Rey Don Alfonso XIII la caja de caoba, hecha con madera de la puerta mayor de la Iglesia de San Nicolás, y los azulejos y clavos de la misma procedencia, en cumplimiento de lo dispuesto por S.S. Ilma. Monseñor Adolfo A. Nouel, Arzobispo de la Primada, cuando ejerció interinamente la Presidencia”. La Iglesia de San Nicolás, en aquella época en ruinas, había sido edificada bajo los auspicios del Comendador Ovando, en la Ciudad de Santo Domingo, entre 1504 a 1508.
El regalo de Monseñor Nouel era una “expresión de los vínculos históricos y de los sentimientos que unen a la antigua Española con la Nación Progenitora”, según consta en el oficio que acompañaba al obsequio.
El Rey Alfonso XIII, enseguida, hizo saber a Monseñor Nouel y al Gobierno Dominicano “cuanto aprecia su delicado y artístico regalo, expresión patente de los vínculos históricos y de los afectuosos lazos de sincero sentimiento que unen a las dos naciones” (comunicación de Cestero de 15 de mayo de 1915 al Secretario de Estado dominicano de Relaciones Exteriores).
La prensa madrileña daba a los pocos días cumplida noticia del histórico regalo en los diarios “Heraldo de Madrid” (21 de mayo), y “ABC”, (26 de mayo).
Estos vínculos de amistad entre dos estados soberanos, sólidamente asentados en un pasado compartido, ponen en evidencia el gran entendimiento que, desde los albores de la independencia del país, siempre ha existido entre República Dominicana y España.
La correspondencia que acabamos de exponer es sólo un testimonio más de lo que decimos.