Por D.José María de Montells y Galán, Heraldo Mayor de esta Casa Troncal.
Estuve en Lisboa, el fin de semana del 25 de septiembre, invitado por la gentileza de don Nikolaos Andriopoulos, para asistir a la entrega de su título de conde por Su Majestad el Rey Kigeli V de Ruanda. Para mí, regresar a Lisboa siempre es una fiesta. Tengo debilidad por la capital lusitana. Percibo que la ciudad está hecha a mi medida y si la ocasión propicia un reencuentro con los amigos, mejor que mejor. En ésta, amén de recrearme con esa luz asombrosa de Lisboa que me llena de euforia el corazón, tuve la dicha de abrazar entrañables hermanos que hacía tiempo que no veía.
No pude rendir, como era mi deseo, pleitohomenaje al buen rey ruandés porque lamentablemente se encuentra enfermo y el viaje desde Washington podría ser extremadamente fatigoso para su resentida salud. Lo sentí de veras porque le llevaba el regalo de un libro que sobre la Casa Real de Ruanda hemos escrito Alfredo Escudero y yo, recién salido de la imprenta y que no le pude dar en mano. Otra vez será.
Hizo sus veces, el carismático Obispo Emérito de Sao Tomé e Príncipe, don Abilio Rodas de Sousa Ribas, un verdadero santo, en presencia nada menos, que de SAR don David Bagration, Jefe de la Casa Real de Georgia; SAIR el Archiduque de Austria, don Andrés Salvador de Habsburgo-Lorena, Príncipe de Bohemia y Toscana, Príncipe de Hungría; SAR el Infante don Miguel de Portugal, Duque de Viseu; SAIR el Príncipe Ermías Selassie, Presidente del Consejo de la Corona de Etiopía y SAIR el Príncipe Osman Rifat Ibrahim, de la Casa Imperial de Turquía y Real de Egipto, todos ellos vinculados por una u otra razón a esta Casa Troncal.
No fueron los únicos, también asistieron doña Mary Loli Ojeda de De Las Heras, el Mayor Silva Duarte, Conde de Montezelos, nuestro canciller en Portugal, factótum del evento y algunos otros que se me escapan. Es de destacar la asistencia de nuestros amigos Felipe Loulé, Conde de Río Grande, Gran Maestre de la Orden de San Sebastián, dicha de la Flecha, Francisco Fonseca da Silva, Marqués de Ervededo, Abel Lacerda Botelho, Conde de Ribadouro, Vítor Escudero de Campos, Marqués de Sao Vítor o Antonio de Sousa Lara, Conde de Guedes. También se desplazaron a Lisboa, los griegos Tonis Breidel Hadjidemetriou, Barón Breidel y Antonio Kottis. Entre los españoles, los Marqueses de la Floresta y naturalmente, mi mujer y yo.
El Rey Kigeli, siempre atento a las iniciativas caritativas, deseaba recompensar la contribución del Sr. Andriopoulos, brillante y exitoso empresario griego, a los objetivos asistenciales del Fundación que lleva el nombre de Su Majestad. Una vida consagrada a los demás, desde una posición de poder económico, bien merece la demostración palpable del aprecio de un rey. De un rey en el exilio, que no ha abdicado nunca de sus prerrogativas regias y las ejerce en plenitud, cuando le da la real gana. Un título nobiliario no es cosa menor. A mi juicio, el Sr. Andriopoulos bien ganado se lo tiene. Por esa misma razón, su desinteresada ayuda a los más necesitados, recibió esa noche tan especial, algunos reconocimientos de diversas instituciones portuguesas.
El acontecimiento tuvo lugar en el incomparable marco del antiguo palacio del Marqués de Valle Flor, hoy el Hotel Pestana Palace (uno de los más hermosos de Lisboa) y fue culminada por una suculenta cena de gala, de la que uno, glotón al fin y al cabo, no puede reprimir la evocación del pato, realmente exquisito.
Pero, sin duda, lo mejor de la cena fue, no sólo el homenaje a quien nos había reunido, tan merecido, si no la exaltación de la familia y la nobleza, en un tiempo tan alejado de ambos conceptos, como el que nos ha tocado vivir.
De manera distendida y cordial, los comensales no hicieron más que desarrollar el discurso que la noche anterior al evento, había dirigido a los allí presentes, el Archiduque don Andrés Salvador. Tengo la satisfacción de conocerle desde hace mucho tiempo y aunque no asistí a su alocución, sé que dejó impresionados a todos por su erudición y elocuencia. El Archiduque es un hombre cabal, fiel a sus convicciones y principios y cuando habla, se le nota. Por eso gana corazones y voluntades.
No hay que olvidar que el Archiduque don Andrés Salvador pertenece a nuestra Diputación de Honor y que la Casa Troncal estuvo, por su intermedio, en boca de todos.
A la mañana siguiente, en la Misa oficiada por don Abilio, los que allí nos congregamos rezamos por la pronta recuperación de un rey modélico que ha sabido llevar con ejemplar dignidad, las vicisitudes de un azaroso exilio, lejos de su patria añorada. Amén.