Alfonso de Ceballos-Escalera, Marqués de la Floresta, señala que “los honores y distinciones, como instrumentos de gratificación estatal, han existido y existen en todos los regímenes políticos, sean monárquicos o republicanos y con independencia de su particular orientación ideológica” .
Esta facultad de ejercicio del derecho premial, ya sea el otorgamiento de una distinción caballeresca, de mérito o un título nobiliario, es una competencia que se reconoce al Rey como Jefe de una Dinastía. Dicha competencia puede ser ejercitada, como señala el Magistrado de la Sala Tercera del Tribunal Supremo, Rodríguez-Zapata, incluso, “al margen del Estado (…) por Reyes ya destronados o por Jefes de Casas Reales antiguamente reinantes” .
El reconocimiento de un “fons honorum” a las dinastías reinantes, o que han reinado, es unánime y pacíficamente aceptado por la generalidad de la doctrina. El británico Gayre of Gayre, citando a la “Comisión Internacional para el Estudio de las Órdenes de Caballería”, sostiene, además, “lo inadmisible de un Estado que intervenga, por prácticas judiciales o administrativas, en los asuntos de las órdenes pertenecientes a una familia o casa principesca” .

El goce pacífico de este «fons honorum» ha venido siendo disfrutado por la dinastía Bagration de Mukhrani sin contestación alguna. A este respecto, es muy significativo el reconocimiento efectuado al Príncipe Jorge, como legítimo Jefe de la Casa Real de Georgia, por parte del prestigioso «Cercle d’Etudes des Dynasties Royales Européennes», dirigido por Jen-Fred Tourtchine, uno de los especialistas científicos más exigente de estas disciplinas .

Son muchos los ejemplos que podemos contar, tanto recientemente como en el pasado, relativos al ejercicio del fons honorum por parte de titulares de dinastías históricas destronadas, otrora soberanas o aspirantes en armas a la soberanía.
Así, en este sentido, podemos citar los títulos otorgados por el Archiduque Carlos, futuro Emperador Carlos VI de Austria, que fueron reconocidos al término de la guerra de sucesión al trono de España, 1701-1714, por Felipe V, su contendiente y rival.
Igualmente, los reyes carlistas ejercieron ampliamente esta facultad inherente a todo soberano, otorgando títulos nobiliarios a sus fieles leales, títulos que forman parte hoy día a todos los efectos del elenco de la nobleza del Reino de España, tras el reconocimiento de los mismos efectuado por el General Franco en 1948.
Su Majestad Alfonso XIII, una vez en el destierro, también ejerció esta prerrogativa, otorgando a su hijo Alfonso el condado de Covadonga, a su hijo Jaime el ducado de Segovia, y al escritor y periodista Cesar González Ruano el marquesado de Cagijal. Su heredero, el Conde de Barcelona, otorgó a su hija Pilar el ducado de Badajoz y a su hija Margarita el ducado de Soria, haciendo uso de sus facultades como Jefe de la Casa Real de España. Además, el Conde de Barcelona discernió en diferentes ocasiones la Orden del Toison de Oro, la más alta distinción de la monarquía española.
De la misma manera, el Rey Humberto II de Italia, efímero rey de mayo, otorgaría durante su exilio numerosos títulos de nobleza y otras condecoraciones.
Don Duarte de Braganza, Jefe de la Casa Real Portuguesa, también realiza con regularidad el ejercicio del derecho premial atinente a las órdenes dinásticas de la Casa de Braganza.
En los últimos años, S.A.R. Carlos Hugo de Borbón Parma, en su condición de indiscutido e indiscutible Duque de Parma, ha otorgado diferentes títulos parmesanos a sus hijos Carlos Javier (Príncipe de Piacenza), Jaime (Conde de Bardi), Margarita (Condesa de Colorno) y Carolina (Condesa de Sala). Así mismo, otorgó en el año 2003 el también parmesano condado de Villalonga y Morell a Felipe de Villalonga y Morell, su fiel servidor, desgraciadamente ya fallecido. Además, el Duque de Parma otorga, a quienes considera merecedores de ello, con el pleno reconocimiento y aceptación del estado italiano, la Orden Constantiniana de San Jorge y la Orden de San Lodovico. En su condición de Jefe de la dinastía carlista ha titulado, también, a tres de sus hijos con títulos ligados a esta causa: Duque de Madrid a Carlos Javier, Duque de San Jaime a Jaime y Duquesa de Gernika a Carolina. De igual forma, ha retomado la concesión de las condecoraciones de la Real Orden de la Legitimidad Proscrita, que distribuye entre sus seguidores carlistas de acrisolada fidelidad.
Podríamos así seguir desgranando una amplia relación de ejemplos en los que los titulares de dinastías históricas, que ejercieron funciones soberanas, continúan disfrutando de forma pacífica el ius honorum.

Consecuentemente y en línea con lo anteriormente expuesto, Su Alteza Real David Bagrationi, actual Jefe de la Casa Real de Georgia, ejerce en plena conformidad con el derecho histórico de su país, el Gran Maestrazgo de la Orden del Águila de Georgia y la Inconsútil Túnica de Nuestro Señor Jesucristo, así como de la Orden de la Reina Tamar, colocándose a la cabeza de unos entes morales cargados de prestigio y tradición.

Así mismo, el Príncipe David, como actual titular del fons honorum del que es depositaria su dinastía, ejercita también, al igual que su difunto padre (q.G.h.), el príncipe Jorge, la facultad de discernir títulos nobiliarios a las personas que por sus méritos y cualidades se hayan hecho acreedoras a semejante distinción, ratificando este proceder la expresión máxima del ejercicio del derecho premial por parte del jefe de una familia, que ha ejercido en el pasado funciones soberanas sobre un territorio determinado.
La nobleza georgiana tuvo un origen, como tantas otras, guerrero, brindando su apoyo militar al soberano y colaborando en la consolidación de un orden establecido. Con el transcurso de los años el apoyo militar prestado al monarca va derivando hacia una eficaz ayuda en la gestión de los asuntos públicos, evolucionando este colectivo social hacia una nobleza palatina. Así, a semejanza de otros estados europeos, la nobleza de Georgia ostentaba el ejercicio de los cargos públicos, que les estaban exclusivamente reservados, tanto militares, como judiciales y administrativos.
Desde, aproximadamente, el comienzo del siglo XIII se conocieron en Georgia los títulos de Conde y de Barón, con los que se designaban a los altos funcionarios, pero, en principio, ni eran hereditarios ni tenían otro carácter que el de denominaciones aplicables a los puestos de gobierno y administración, careciendo ya en esta época de asiento territorial.

Con el tiempo las concesiones nobiliarias se van haciendo transmisibles. Normalmente los títulos se transmitían por agnación, aunque la nobleza personal, a semejanza de la nobleza rusa, podía transmitirse a las esposas e hijas.
Tras la incorporación de Georgia en 1801 al imperio ruso, la nobleza georgiana conserva su estatus nobiliario y los bagrátidas su condición principesca, ocupando algunos de ellos los más altos niveles en el escalafón imperial.
Así, en el prestigioso Anuario Genealógico, Diplomático y Estadístico «Almanach de Ghota», en su edición de 1876, figura el Príncipe Bagration – Moukkransky en la lista de Senadores como Secretario de Estado. Y en la edición de 1917, año que marca el fin de una época y de un estilo de vida, también figura el Príncipe Bagration – Moukkransky en un elevado rango de la Corte Imperial: General al servicio de Su Majestad, miembro de la Casa Militar del Zar.

Pero, pese a la dominación imperial rusa, primero, y soviética, después, la dinastía Bagration continuó ostentando la Jefatura de la Casa Real de Georgia sin solución de continuidad, representando los derechos históricos inherentes a esta condición. No obstante, habría que esperar hasta el Príncipe Irakly Bagrationi (1909 – 1977) para que, como Jefe de la Familia Real, restaurase en su plenitud la nobleza georgiana, poniendo de manifiesto el ejercicio del ius honorum, que siempre había ostentado esta dinastía.
El Príncipe Jorge, heredero de don Irakly, continuó con el ejercicio de esta facultad, otorgando títulos nobiliarios a las personalidades que se hicieran merecedoras a ello por los servicios prestados a la causa monárquica georgiana. El Príncipe David, en su condición de nuevo Jefe de la Casa Real de Georgia, ha procedido, de inmediato, al ejercicio de la prerrogativa premial, otorgando a partir del 12 de marzo de 2008 diversos títulos de nobleza.
El original de los títulos nobiliarios, expedidos ante notario en Tibilisi, la capital de Georgia, y en la lengua nacional, son traducidos al inglés por traductor jurado, que garantiza la fidelidad de la transcripción. Los Ministerios de Justicia y Relaciones Exteriores de Georgia, por su parte, certifican con la firma y sello de sus autoridades competentes la legalidad y constancia del acto realizado.

Los títulos nobiliarios georgianos son transmisibles en la línea de la primogenitura con preferencia del varón respecto de la hembra a igualdad de grado.
Un escogido y selecto grupo de personalidades, que han destacado por su devoción a la dinastía Bagration de Mukhrani, conforman hoy la nómina de la Nobleza Titulada de Georgia a la espera de la restauración de la monarquía en este país, símbolo de su soberanía y exponente de sus mejores días de gloria.


Dr.Frco.Manuel de las Heras y Borrero, Presidente de la Diputación de esta Casa Troncal

Bibliografía Consultada:
Ceballos-Escalera y Gila Alfonso, Cuadernos de Ayala, no. 10 (reseña de la obra “Las Ordenes y Condecoraciones Civiles del Reino de España”), Madrid 2002, página 5.
Rodríguez-Zapata Pérez Jorge, “Los Títulos Nobiliarios en nuestro Constitucionalismo histórico y en la Constitución de 1978”, in “Compendio de Derecho Nobiliario”, Editorial Civitas, Madrid 2002, página 55.
Gayre of Gayre and Nigg R., “Le Crépuscule de la Chevalerie”, Editions Fernand Lanore, Paris 1975, página 15.
Jean-Fred Tourtchine, Manuscrites du C.E.D.R.E, «Le Royaume d’Espagne», volume III, página 131, 1996.